Pleno mes de julio, peligrosamente se acercaban las fiestas
de la ciudad, y las primeras atracciones iban llegando: coches de choque,
jaula… Parecía mentira que aún parecía que era ayer cuando nos dedicábamos a
montar en todas ellas, pero de eso hacían ya varios años, somos adultos de 20
años y tenemos otros planes en mente, como una boda, la solución de un problema
familiar y claro está nuestras vidas personales. Levanté la vista de mi revista
y vi a Celia tirada en el sofá de enfrente, estaba a punto de dormirse así que
no dije nada, me levanté y me vestí, Lorena estaba con Adrián y yo tenía que ir
a cerrar unos detalles del vestido con Lucía así que se iba a quedar sola en
casa.
-Celia-susurré, tienes comida en la pota, como parecía que
estaba ya dormida, le hice una nota.
Lo cierto es que me sabía mal dejarla ahí después de los
problemas con su padre, pero no podía llevármela a la prueba, el vestido era un
secreto y Lucía no me iba a permitir llevarla. Cuando encontré a la novia nos
fuimos hasta la tienda. Casi estaba yo más ilusionada con las compras que ella,
pero se le leía en la cara la felicidad. Después nos dimos una vuelta por la
feria, la cantidad de puestos era inmensa, todos los años había más y más, tras
haber satisfecho mi gran tradición de comprar algo, volví a casa con un
precioso anillo con una enorme mariposa rojo Burdeos, que llevaría el día de la
boda.
Cuando volví a casa Celia ya estaba levantada y a punto de
cenar, lo que me extrañaba era que Lorena no estaba de vuelta, traté de
llamarla, pero su teléfono estaba apagado o fuera de cobertura, fruncí el ceño,
estaba algo preocupada.
-¿Crees que le habrá pasado algo?-preguntó Celia mosqueada
-Es una adulta, sabe cuidarse sola, aunque yo también estoy
algo preocupada.
El tiempo pasaba y Lorena no aparecía, así que Celia llamó a
Adrián.
-¿Cómo que no ha llegado a casa? La dejé a las nueve y
cuarto.
Un semblante de preocupación apareció en el rostro de Celia,
comencé a marcar el número de todos los de la pandilla, pero ninguno sabía nada
de ella, así que decidimos comenzar la búsqueda, eran las diez y nos dimos
hasta las once y media. Nos dividimos en grupos de dos para así cubrir más
terreno. Solo faltaba Omar, que tenía turno de noche en el trabajo, a parte de
la desaparecida Lorena. Pablo y Celia fueron hacia el parque, Jaime y Lidia en
dirección a nuestra casa por si apareciese, Patricia y Daniel a su restaurante
favorito, Adrián y Mario a casa del primero, Alejandro y Sofía a la plazoleta,
Lucía e Izan a el centro comercial y Claudia y yo al paseo. La idea de ir de
lado del río junto a Claudia no me gustaba demasiado pero era todo por el bien
de Lorena.
-Sé que nuestra relación no es demasiado buena después de lo
de la Princesa Blogger,
pero me gustaría que todo volviese a ser como antes.
-Ya nada volverá a ser como antes Claudia, estaremos
casadas, viviendo nuestras vidas, ya no somos el grupo que éramos antes, ya no
tenemos 15 años.
En el fondo sabía que
mis palabras eran ciertas, aunque me costase admitirlo, a pesar de todo
no nos gustaba hacernos a esa idea, pero era la cruda realidad, ya no se podía
volver atrás en el tiempo, deshacer los errores, borrar las palabras, secar las
lágrimas o apagar las sonrisas, solo seguir adelante con paso firme y sin mirar
al pasado. Volví al mundo, intentaba encontrar a Lorena y el paseo estaba vacío
a no ser por nosotras y un grupo de yonkis, decidimos que lo mejor era volver
al punto de reunión.
Pronto sonó mi teléfono, miré el reloj eran las 11 ya.
-¿Sí?
-Alicia-dijo Mario al otro lado de la línea- necesitamos una
enfermera rápido
-¡Mario! ¿Qué pasó? ¿La habéis encontrado? ¿Dónde estáis?-
las preguntas salían como un torrente de mi boca.
No dije nada más, colgué y agarré a Claudia al mismo tiempo
que echaba a correr en dirección a la casa de Adrián. Cuando llegamos me encontré
a Mario sentado en el portal junto a Adrián.
-Exijo una explicación.
-Tienes derecho a ella, necesitaba que vinieras rápido y no
sabía otra forma de ello.
-¿Por qué me necesitabas?
-La hemos encontrado- empezó Adrián- pero dice que no
hablará más que contigo.
Le miré extrañada, Lorena era mi compañera pero no tenía ni
idea de porque se negaba a hablar con el resto.
-Lorena- pregunté
-Alicia-empezó- os debo una explicación, pero he discutido
con Adrián.
-Estás colocada- amenacé- no has discutido, lo has soñado.
La abracé y llamé al resto, les conté la historia, al final
no era más que producto de la imaginación de Lorena, que estaba colocada hasta
las cejas. Mario me aconsejó que registrase la casa en busca de droga. Le aseguré
que lo haría, lo que me extrañaba era de donde la había sacado.
Pronto se me iluminó la cabeza, la feria era famosa por la
cantidad de camellos que había. Las fiestas comenzaban y yo debía estar alerta
si no quería perderla.