lunes, 24 de diciembre de 2012

¿Born to die? Yo te voy a dar "Born to die" y medio


Sentada en la mesa del mejor restaurante de toda la ciudad me sentía como la reina de Coney Island- que en realidad es una península en la ciudad de Nueva York pero que antaño fue una isla- y si bueno era sábado, Celia y Pablo se acababan de casar y yo estaba comiendo un pollo que sinceramente sabía genial. Vale. Rebobinemos. El jueves todo estaba solucionado, la exclusiva no salió del piso y nosotras evitamos que un escándalo sacudiera la vida de mis amigos. Punto número dos: el viernes todo había ido de perlas. Punto número tres: la comida estaba siendo un éxito. Me daba pena Rocío, se quedó sola en casa, aunque Diego me aseguró que comería con ella me seguí dando pena, y aunque lleváramos 20 años sin saber la una de la otra a fin de cuentas era mi gemela.

-Oye Celia, ese que entra por la puerta del salón no es tu pa…-trató de decir Mario, pero se vio interrumpido por un estallido de gritos por parte de señor González.

Mal, mal, mal, MUY MAL. ¿PORQUÉ TODO TENÍA QUE SALIRME MAL? Corrí hacía los novios y los apuré a salir del salón al tiempo que veía como Mario e Izan trataban de agarrar al padre de Celia. Junto a nosotros salían Lucía, Adrián y Alejandro. Ellos cogieron a Pablo y se lo llevaron a casa mientras Lucía y yo huíamos por el restaurante, perseguidos por un séquito formado por cuatro hombres contratados por el padre de la novia. Cuando llegamos a recepción el pánico ya era dueño de toda mi mente, superaba mis límites, me sacaba de mis casillas. Me acerqué al recepcionista y le dije que si existía una salida alternativa a la puerta principal. Me miró extrañado mientras Lucía seguía observando detrás de una planta como dos de los hombres del señor González comprobaban todos y cada uno de los coches que salían del recinto, y ahora era el turno de Izan y Alejandro. Eché una mirada rápida con el tiempo justo para ver como se levaban por delante al más alto de todos que había intentado impedir su marcha.

-Mierda- susurré al mismo tiempo que el otro matón, que acababa de recibir un puñetazo de Izan; sacaba una especie de Walkie-Talkie probablemente para contactar con el jefe.

Entonces llegó corriendo Lorena, con los bajos del vestido rotos, para avisarnos de que esos hombres los tenían a todos encerrados en el salón. Volví a rogarle al empleado que si no sabía otra salida. ¿Acaso no entendía que era cuestión de vida o muerte? Desesperante. Y por primera vez en aquella hora volví a tener esperanza.

-Señorita los baños del primer piso tienen una terraza que da al aparcamiento de servicio, podrían saltar desde allí sin correr ningún riesgo.

Aferré la muñeca de Celia y avancé por las escaleras hasta la planta superior, en efecto encontré susodichos baños y la terraza. Pero Cece se negaba a abandonar al grupo.

-No puedo, iros vosotras, volveré al salón, dejaré que mi padre me castigué y afrontaré que me mandé a Rusia con la tía Sara.

Lucía se me adelantó, pero yo iba a tener la misma reacción, sonó una especie de chasquido y la mano dejó marca en la mejilla derecha de Celia.
-Que te quede claro que nosotros no dejamos a nadie atrás, y si te mandan a Rusia iremos a buscarte- comenzó Lorena.

-Así que déjate de bobadas, métete en ese baño y cámbiame el vestido.- Sentencié seriamente.

¿En qué estaba pensando? Sinceramente no lo sé, pero nosotros éramos la única familia real que tenía Celia, y yo no estaba dispuesta a dejar que su padre desmontase toda su felicidad. Así que rápidamente me puse el vestido de novia de mi amiga, dejé que se enfundase mi vestido azul eléctrico, y esperé hasta que ella y Lucía se hubieran descolgado por la terraza para entonces darme la vuelta hacia Lorena, asentir y emprender el camino de vuelta al lugar donde quizás me esperase la muerte vestida de hombre con traje.

Cuando estás al borde de la muerte te parás a pensar mejor las cosas, reflexionas y te arrepientes de muchas cosas que dijiste y que puede que no tengas tiempo para enmendar. Caminábamos en silencio porque supongo que Lorena también estaría reflexionando sobre su vida y todo ese rollo.

La entrada al salón estaba a la vuelta de la esquina y puede que no me quedarán muchos minutos de vida, justo cuando íbamos a doblar una mano agarró mi brazo me metió en un pasillo y me tapó la boca y otra hizo lo propio con la rizosa.

Estuve a punto de morirme del susto pero me relajé al ver a Celia, Lucía, Izan, pablo y Alejandro. Y como siempre izan tomó la palabra.

-Vale, rápidamente, hay que hacer una incursión en ese salón, liberar a los rehenes, y eliminar a los matones y todo con discreción porque ninguno queremos ir a la cárcel ¿verdad?

Genial, nuestro día de boda había acabado con nosotros actuando como superhéroes y sin cobrar. Perfectamente entendible, porque nacimos para morir.







Dichoso Pablo



Sí bueno, Pablo estaba allí plantado en la puerta y yo debería deshacerme de él antes de que viera a Celia, porque ella no estaba en condiciones de hablar con su novio. Así que palpé el móvil en mi bolsillo y cogí sus bombones y sus rosas.

-¡Pablo! Dichosos ojos te vean, ¿no te dijo Celia que se iba de compras?

-¿Entonces no está en casa?-exclamó extrañado- Me dijo que estaría.

-Sí, sí, pero es que le surgió un imprevisto y ya sabes, cosas de mujeres- traté de sonar convincente.

Aún no contento le despedí con una sonrisa, cerré la puerta y por la mirilla observé como llamaba al ascensor, se montaba y bajaba. Corrí a la ventana y vi como caminaba calle abajo con su móvil en la mano. Me volví hacia Lorena y Celia que estaban sentadas en el sofá y me senté en la alfombra.

-Ya me diréis que vamos a hacer- comenté muy sarcásticamente.- Sabes de sobra cariño que la Princesa no va a tardar demasiado tiempo más en publicar que tú estás al borde de la histeria porque no te quieres casar. Y Pablo sigue el blog.

La idea principal era meterle miedo a Celia y llegar a un acuerdo con Lorena, para que las dos cedieran. Las palabras parecían no tener efecto sobre Cece y la rizosa seguía a lo suyo. Y yo perdiendo los nervios, la paciencia y todo lo demás.  Maldita naturaleza, me hacía perder el control de mi mente en situaciones desesperadas que requerían medidas desesperadas, como mentir a tus amigos. E intentar ocultárselo a la bloggera que tenías en tu contra. Aunque esto último era casi imposible.

Pensándolo mejor, recapacitemos. No había salido de casa desde que lo sabía, entonces eso dejaba fuera de sospecha a Celia y a Lorena. No era mucho, pero “menos da una piedra” solía decir mi profesora de matemáticas de 1º de Bachiller. Echándole un vistazo al Twitter de la Princesa Blogger descubrí que de momento carecía de información “jugosa” como pone ela siempre.

Y se me iluminó la bombilla, Pablo tampoco podría ser, estaba claro. Desde un principio habíamos puesto bajo sospechas a todas las chicas de la ciudad, eso dejaba a los chicos plena libertad de expresión, y puede que aparte de eso, el Twitter no fuera de la misma Princesa Blogger en sí misma. Muchas cosas no cuadraban, no se expresaba con la misma fluidez en la red social. Y cabía la posibilidad de que nuestra particular reina de los cotilleos no usará nuevas tecnologías más allá del complemento de Google.

¿Por qué no? Me auto pregunté, oh sí, tenía una idea, una intuición, intuición femenina, mi sexto sentido se activó y mi mente se puso a trabajar. “Avante toda” parecía querer gritar una voz en mis neuronas. Y sí que trabajaba, salí disparada a mi habitación traje una de mis libretas y regresé al salón. Miré a mis compañeras mientras comentaba:

-Bueno, ¿qué? ¿Acaso pasó un ángel y no lo he visto? Venid tengo una idea que relajará tensiones

Me siguieron en silencio de nuevo y me senté de un salto en el taburete rojo de la derecha, Lorena se sentó justo al lado y Celia se apoyó en la barra de la cocina.  Abrí la libreta y puse la fecha de hoy.

-No me digas que vamos a escribir tus sueños- soltó Lorena con su tono borde.

-No- contesté lo más secamente que pude- vamos a retomar nuestra vida normal después de desenmascarar a la Princesa Blogger. Y luego vamos a arreglar lo de la boda, porque estoy harta.

-¡Pero si solo llevamos medio día con el problema!- exclamó Celia indignada. La fulminé con la mirada y comentó.- Bueno vale, mejor me callo.

Repasamos la lista de personas afectadas por los numerosos, cotilleos, escándalos y todo lo demás. Estaba claro que todo el que era alguien había sufrido la ira de nuestra particular “Reina Cotilla”. O quizás se tratará del “Rey Cotilla” ahora que habíamos ampliado la búsqueda cualquiera podría ser. Lo que hacía más difícil su descubrimiento, pero avanzaba la investigación. Irónico hasta decir basta. Chocante en cierto sentido.

Y de una forma que parecía imposible- hablando- resolvimos las dudas matrimoniales de Celia, todo quedó aclarado, por el momento. Porque como siempre nuevos problemas vendrían para darme dolor de cabeza. Y como no. Los malos momentos no habían hecho más que empezar y no se hicieron esperar.

Solo dos días, el sábado fue quizás el día más difícil de toda mi existencia…

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Hablar es barato


-LO QUE ME FALTABA- oí gritar a Lorena.

Supuse que ella habría llegado a casa y Celia le hubiera explicado sus temores al matrimonio a dos días de la boda. Y claro, eso sacó de sus casillas a Lorena, típico. Y di gracias a que era la rizosa, y no se trataba de Claudia, que probablemente hubiese montado un espectáculo en medio del salón.  Y tendría unos motivos claros, unos patrones pre-establecidos, un modelo.

Significaba mucho para mí aquella boda, todos la habíamos organizado excepto los novios, ellos no habían movido un dedo porque se trataba de una acciones a escondidas del padre de Celia, y temimos que el hombre hubiera contratado un detective privado que siguiera a nuestra amiga- aunque era poco probable, dicen que mejor prevenir que curar.- El peor momento llegaría cuando se enterase el resto, incluido el prometido de Cece. Y esto a su vez conllevaría a una discusión, lo sabía, lo intuía, algo dentro me lo decía, no sabía el que, pero esa discusión iba a ser mucho peor que todas las anteriores, no iba a terminar bien. Iba a salir mal, esto saldría mal, pero no podía coger el punto donde la infección había comenzado y sencillamente eliminarlo, borrarlo del mapa. Y no podía porque ese punto se llamaba Celia González y era mi mejor amiga.

Dudé si salir o dejar que mis compañeras de piso se arreglaran entre ellas solas, y luego me acordé que no tenía ni idea de donde estaba Rocío, pero en el preciso instante en el que el pensamiento cruzó mi mente, volvió a desaparecer por donde había llegado. Agucé el oído de nuevo para atisbar palabras de la discusión que estaban teniendo mis amigas y alcancé a escuchar como alguien marcaba en el teléfono fijo de nuestro piso. Por el sonido característico de cada número reconocí la secuencia como el móvil de Adrián, que vivía con Pablo. Entonces abrí la puerta, crucé el pasillo en apenas dos zancadas e irrumpí en el salón. Celia estaba sentada en el suelo con el rostro cubierto de lágrimas que brotaban sin cesar de sus ojos, y Lorena estaba jugando con el inalámbrico mientras paseaba por la cocina impacientemente. Pero Adrián no contestó, no supe si dar gracias al Cielo o quizás enfadarme como nada. Mi mente se debatía sobre si dar la razón a una o a otra; ¿mi mejor amiga o mi compañera de piso?; ¿sensatez o amistad?; ¿Celia o Lorena?; ¿mente o cuerpo?

Hablar era barato, caí en esa cuenta luego de pensarlo un rato, no podía ponerme de parte de Celia, porque Lorena no hablaría más. Y no podía ponerme de parte de Lorena porque me resultaba imposible joderle la vida a Celia. Suiza. Ni uno ni otro. Imparcial. Así que dejé que el cielo cayera y la decisión con él. Quizás no era la actitud acertada, pero siempre tenía que ser jueza y ya estaba cansada. Yo no era imparcial, me costaba tomar decisiones y mi sentido de la justicia dependía totalmente del grado de amistad. Por eso entonces me sentía incapaz de decidir por mi misma y atar cabos sueltos. Me costaba encontrar el punto exacto de inflexión, un punto con el que todos estuvieran de acuerdo. Y luego estaban las cuestiones personales, Lorena era tozuda, Celia lo era más y yo carecía de paciencia. Tres patas para un banco. Dos son pareja, tres multitud. ¿Imparcialidad? Imposible de conseguir, rezaba porque Rocío llegase y pudiéramos zanjar el asunto, pero luego salieron cuentas. Si ella entraba, se ponía de parte de una y yo era imparcial la cuestión no quedaba en tablas, no. Alguien perdía, alguien ganaba. Y en la guerra como en el amor, siempre se gana y siempre queda un perdedor. Estúpidamente siempre perdía el que quería más. El que apuntaba más alto, al que más daño se le hacía. La vida era así y no había reglas. Yo no podía cambiar el mundo. Durante aquel verano comprendí que la vida era estúpida, inútil e injusta. Muy injusta. A lo mejor a fin de cuentas yo era igual que la vida. Juzgaba por amistad, por conocimiento y sin embargo la  realidad era así. Algún día llegarás al límite, pero solo si te limitas. Solo si vives cada momento cumplirás todos tus deseos. Flotaba libremente por el mundo de “yupi” como diría Lidia. Y claro, ahí recordé que Lidia sí que era muy imparcial, Lidia era la mejor jueza que podría haber. Porque ni tenía un amor exagerado por Lorena ni por Celia. Ella se limitaba a revolotear alrededor de Jaime, de Sofía y de Patricia. Entonces me separé de la pared, casi podía sentir como mi cuerpo se había dormido cavilando en la misma posición durante tanto tiempo. Y me adelanté a zanjar el asunto. Y cuando me dispuse a abrir la boca Celia levantó un dedo y se alzó del suelo, enfadada.

-Ya está bien, estoy harta Lorena, la que se va a casar soy yo-.Intentó parar.

-Pero tú sabes que le romperás el corazón a Pablo.-contraatacó la otra.

Giraba la cabeza de un rostro al otro, al igual que un espectador de tenis sigue la pelota de un lado al otro del campo. Volví a hacer otro intento nulo y desesperado, pero seguía siendo imposible hablar. Y entonces sonó el timbre de casa y suspiré aliviada porque sería Rocío, como ella apenas las conocía podría ser un buen árbitro también. Así la cuestión quedaría cerrada y ambas partes acabarían contestas.

Lorena se acercó a la entrada pero yo avancé más rápido que ella en una señal que pretendía decir “Abro yo, tú ahí estás muy mona” Descorrí los cerrojos y giré el pomo. Y luego vi su rostro, feliz, con su radiante sonrisa, y aquellos ojos marrones que se clavaron en los míos cuando le estudié de arriba abajo. En la mano derecha llevaba un ramo de rosas rojas y en la izquierda una caja de bombones. Y se me partió el corazón. No recuerdo si caí de culo o simplemente estuve a punto. Porque él era el menos indicado para aparecer por casa en este preciso momento…

sábado, 24 de noviembre de 2012

Chapados a la antigua



Mis pensamientos viajaban a velocidad de la luz. ¿Enserio me estaba pasando esto? Celia paseaba la mirada distraídamente por la habitación y se detuvo en la pantalla del televisor que estaba parado en una escena de Crepúsculo. Suspiré, me alisé el pelo con los dedos, que era lo que solía a hacer cuando estaba nerviosa. Más allá de la realidad mi mente pensaba libremente, ¿secuestrar a Celia para que se casase con Pablo? ¿Convencerla? ¿Cancelar la boda? No, imposible, la única opción posible era la segunda, pero todos sabíamos que Cece era terca como una mula. Comencé a dar vueltas por la habitación como si fuera un perro enjaulado,  mi compañera se percató de ello y creo que se sintió culpable.

-Sé que esto te causa problemas, pero la verdad es que, no lo sé, no creo estar preparada para ello.- insistió- No es fácil por mi familia, ya sabes que mi padre no aprueba la relación.

Definitivamente mi vida parecía sacada de un culebrón de esos que echan en la 1.  El padre de Celia estaba muy chapado a la antigua, eran ricos, su familia había construido una de las primeras fábricas de la zona y la habían conservado hasta el día de hoy. Mi amiga no tenía más que un hermano mayor al que no le interesaba para nada el sector secundario, su pasión era el arte. Además, Celia se iba a casar con Pablo, un chico cuya principal meta en la vida era sacarse la carrera de químicas. Y digamos que Cece desarrollaba un amor por el cine y la literatura desmesurado. El séptimo arte era algo que teníamos en común, quizás lo que nos hacía mantener la amistad, en ese sentido el cine era nuestra vida. Los filmes clásicos nos volvían locas. Sonara extraño, pero era cierto.

Aún estaba cavilando sobre esto último cuando recibí la contestación de Lorena, él miedo de Celia había provocado que yo llena de pánico, le hubiera mandado rápidamente un tweet y eso conllevaba que a estas alturas la Princesa Blogger estaría creando la entrada explicadora al más puro estilo Diario. Sin embargo mi mayor preocupación no era como reaccionara ella, sino más bien Pablo. Él era un buen chico, no se merecía tener que lidiar con estos problemas, vale sí, reconozcamos que antes de conocer a Celia, Pablo era el peor novio que podrías tener.

Y es que cuando eres el chico más deseado del pabellón del instituto hay ventajas y desventajas. Siempre tenía alguna chica dispuesta a ir detrás de él en todo momento, cada semana había una intrusa nueva en el grupo. Y Claudia era una de esas chicas que se desvivían por un chico alto, fuerte y de ojos castaños, puede que nada del otro mundo, pero era un amor de persona. No recuerdo ninguna ocasión en la que Pablo no prestara ayuda de todo tipo, si alguien se había metido contigo, siempre estaba él, en primera fila defendiéndote como tu hermano mayor. Si contábamos que además se volvía loco con todos sus ligues formabas el novio perfecto. ¿Cuál era entonces el problema? Su incapacidad para preservar una relación estable, no es que no lo intentara, es que, simplemente tenía más o menos la idea de que todas estábamos dispuestas a irnos con él en cuanto el señor quisiera. Claudia se fue, pero el reto le llegó con Celia. Se paso todo el primer trimestre de 4º de la ESO intentando que ella cayera en sus redes. Trajo a nuestro grupo a todas y cada una del resto de chicas de las otras clases, pero ella ni se inmutó.

Sin embargo las aguas siempre vuelven a su cauce, y el lobo se enamoró de la oveja. Eso suponía un romance imposible, porque el novio de su hija no aportaría nada productivo a una fábrica de ladrillos si estudiaba químicas. Tampoco su primogénito mostró amor por la empresa familiar. Así pues, al señor González no le quedaba opción alguna que atar a su hija. Así era más o menos como describía la madre de Celia la situación, un padre sobre protector velando por el negocio de la familia.

Y ahora, a dos días de celebrar una boda secreta entre Celia y Pablo… ¿ella se echaba atrás? Mi mente era incapaz de asimilar tal información y me volvía loca. Pero si algo me sacó de mis casillas fue cuando mi compañía se puso a gimotear. ¿No era suficiente con intentar parar su boda? ¿No bastaba con romper el corazón de Pablo? ¿Había también que hacerme perder los estribos y que me pusiera a dar voces? ¿Tenía que llamar la atención de los vecinos?

En silencio caminé a mi dormitorio, una cómoda estancia azul, con un espejo que se abría dejando paso a un enorme vestidor, un canapé de color chocolate con un confortable colchón y un escritorio con un ordenador portátil. En una esquina reposaba una silla de oficina, probablemente yo la hubiera apartado ayer. En la otra punta, cerca de la ventana que daba paso a un balcón con flores, una estantería, del mismo tono que la cama, se hacía notar con todos sus libros, películas y discos musicales. Saqué uno de los primeros, lo elegí al azar no miré ni siquiera el color, sabía perfectamente lo que mi mente buscaba cuando se encontraba mal. Acaricié el lomo del libro mientras mis dedos notaban las inscripciones de la portada. Reconocí el intenso olor que desprendía cuando lo abrí y me enfrasqué en la lectura del primer volumen de la saga: “Cazadores de Sombras” y me sumergí en el intenso mundo de Clary, Jace y el resto. Y dejé que pasara el tiempo, hasta que Celia, sintiéndose mal abriera la puerta, me pidiera perdón y todos siguiéramos adelante con la boda. 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Miedo prenupcial



Por los pasillos vacíos del edificio de secretaría de la Universidad de biología caminaba alguien a paso ligero. No se había detenido ni para murmurar un simple gracias a la chica que amablemente la acababa de matricular para segundo año, a pesar de que los plazos ya se habían cerrado hace dos meses y las clases empezaban la semana que viene. Ventajas de ser un enchufado diría Lidia. Eso no importaba en ese preciso instante, solo interesaba el haber conseguido su objetivo, un acercamiento, ver si se podía integrar o simplemente encontrar un topo mejor informado. Un chivo expiatorio del que nadie sospechase…

La mañana del jueves fue un tanto extraña, la noche anterior apenas había podido conciliar el sueño y aún tenía presente el mensaje de la Princesa Blogger. Temía lo que pudiera pasar ahora ¿cuál sería el siguiente paso? ¿Dónde nos iba a llevar todo esto? Y la misma pregunta que volaba por la mente de todo el grupo ¿quién demonios era la Princesa Blogger?

Demasiadas preguntas y pocas respuestas que además eran de lo más complicadas de averiguar. En mi paseo matinal por la ciudad me dio por pasarme por la cafetería de Diego y tomarme un buen cappuccino, era mi forma de decir gracias por el favor de ayer. Me senté en la barra de la cafetería y entablé conversación con su dueño y único camarero que por añadido era mi vecino.

-Aún no he tenido ocasión de preguntarte por tu gemela- dijo mientras me preparaba un buena café.

-Bueno, lo cierto es que aún no lo he gritado a los cuatro vientos- “Aunque la Princesa Blogger si lo haya hecho”-Simplemente descubrí que tenía una hermana y el resto es historia- comenté mientras revolvía mi cappuccino y le pedía un pastel.

Pasé gran parte de la mañana allí sentada, resultaba relajante y era una de las pocas formas que tenía de aprovechar mis últimos días de libertad antes de volver a la Universidad. Del bolsillo de la sudadera de Adrián saqué mi móvil, vale que no estuviéramos juntos, pero se la había dejado en nuestra casa y como Lorena es casi 10 centímetros más alta que yo y a ella le quedaba mal, yo me la agencié. Claramente. Apuré mi café mientras revisaba lo que tenía que hacer mañana viernes, día antes de la boda de Celia y Pablo. Por la mañana debía de terminar de hacer la maleta para Cece, y por la tarde tendría que acompañarla a la peluquería y por descontado poner a cargar mi cámara para que al día siguiente se llenase de fotos estúpidas como las que había sacado Mario en la de Izan y Pablo. Suspiré. Echaba de menos a Mario, mi Mario. Pero ahora temía que Adrián quisiera terminar bien, pero no podía hacerle eso a mi compañera de piso, a otra puede, a mi Lorena no. Impensable, quería salvar mi melena castaña.

Salí del bajo no sin antes despedirme de Diego, era un buen chico, agradable y simpático, pero no era mi tipo, sin embargo se había notado la conexión entre él y Rocío, y no estaría nada mal que terminasen juntos. Por lo menos tendría por seguro que mi gemela quedaría en buenas manos. O al menos Lucía había dicho que eran buenas manos. Y es que sí, Lucía había tenido un affaire, por llamarlo así, con el vecino del 2º izqda.

Todo sucedió hará cosa de unos tres años, no fue mucho tiempo, pero sí unos meses, si la memoria no me falla 6 o 7. Nunca llegamos a saber si se querían, porque durante todo el tiempo que fueron pareja eran muy tiquismiquis con el tema de su relación. No hablaban de ella si podían evitarla y siempre salían los dos solos. La verdad es que me parecía absurdo, al fin y al cabo se trataba de una de mis amigas de siempre y de mi vecino, confianza había. La cuestión era que aunque sonase raro, Lucía no llevaba toda su vida junto a Izan.

Seguí caminando por la calle en dirección a mi piso, a estas horas todo el mundo estaría despierto, aunque Lorena probablemente estaría en casa de Adrián, y no era que se hubiese quedado a dormir, es que según ella tenían que hablar de no sé qué cosa importante. Algo relacionado creo sobre un viaje que haría pronto él con sus compañeros de equipo y es que al igual que Mario, Izan y Alejandro, Adrián jugaba en el equipo local. Puede que no fueran de primera división, pero llevaban entrenando allí desde que mi mente recuerda nombres de personas.

Mi teléfono sonó y vi la foto de Claudia en la pantalla, y al mismo tiempo que me preguntaba cual sería su razón de llamada descolgaba e móvil. Se dedicó a darme la chapa sobre qué zapatos ponerse el sábado, si los salones o los otros, particularmente me daba igual el modelito que llevase a la boda, y casi me concentré más en descifrar lo que decía Patricia al otro lado de la línea. Luego nada más llegar a casa me encontré a Celia echa un ovillo en el sofá, y temiendo que estuviera enferma me acerqué a ella.

-Cecu ¿qué te pasa?- la interrogué nada más cerrar la puerta.

-La verdad es que no tengo nada claro lo de la boda de este sábado- contestó sin mirarme.

Me acerqué y ocupé un sitio a su derecha, me miró lentamente con sus sensatos ojos marrones. Su boca estaba formada en una expresión difícil de interpretar, ¿enfado o tristeza? Nunca lo sabré. Solo sé que era la primera vez que la veía articular otra expresión que no fuera una sonrisa. La primera vez desde que habíamos fechado la boda. La primera vez desde que se había escapado de la casa de sus padres los estirados (aunque solo fuese más bien su progenitor). La primera vez desde que se había instalado en la tercera habitación de nuestro pequeño piso en el centro de la ciudad.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Temblad, de Patricia no se ríe nadie



Arqueé las cejas, no sabía si reírme o empezar a pensar en mi cordura. Esto solo nos pasaba a nosotros, claramente. Alejandro pegó un puñetazo en la mesa, y paseé mi mirada por sus ojos de color azul claro.

-Me está vacilando. Se acabó.- explicó

-Pienso descubrirla- rugió Claudia, Celia intentó calmarla pero no obtuvo el éxito esperado.

Todos llevaban razón, a mí también me daba miedo el hecho de que había conseguido el número de Omar y probablemente tendría el de todos y cada uno de nosotros, sentía pánico simplemente pensar en lo que podría llegar a hacer.

-Os dije que no era yo- avisó Sara- esto es solo el principio, y no parará hasta que consiga lo que quiere.

¿Lo que quiere? ¿Qué era exactamente? Creo que nadie podría saberlo hasta que averiguásemos quién era la Princesa Blogger, la que se había pasado los meses alimentando nuestra sed de cotilleos, la que nos había hecho reír con su particular humor, ahora nos estaba sacando de quicio de una manera increíblemente estresante. ¿Me vacilaba? No lo tenía claro, lo que sabía de sobra era que Patricia venía buscando guerra tiempo atrás y yo la apoyaba, porque estaba claro que de mí no se ríe nadie. Y de mis amigos menos.

Instantáneamente como si la telepatía hubiese hecho mella entre Alejandro y Lucía se pusieron a explicar un plan mientras yo estaba a punto de ponerme a dar gritos porque tenía que ir a hacer mi turno en la tienda. Vale, que no quería irme en la parte interesante de la película, pero se acababan las palomitas y alguien debía ir a por más.

Tres minutos. Solo tenía tres minutos exactos para recorrer la ciudad. Ese era el tiempo que la chica a la que iba a relevar en la caja me había dado para llegar a la tienda. Y ni siquiera había taxis libres ¿Nueva York? Que va, esto era España.

Algún milagro hizo que Diego saliera de la cochera del edificio con su flamante Mini, y que amablemente me llevase hasta el trabajo, que gracias al cielo, quedaba casi enfrente de su cafetería.

Al principio la tarde en la tienda fue aburrida, solo un par de señoras que venían buscando ropa para sus hijas, un grupo de chicas de más o menos mi edad que iban a la caza del mejor vestido de fiesta y un hombre que necesitaba desesperadamente una camiseta azul para su mujer. Después de ayudar en lo que pude junto a mi compañera Carolina, nos dejamos caer delante de la caja, miré la hora y vi que eran las 7 menos cuarto, dentro de nada empezaría la hora del pánico como la llamábamos nosotras, a partir de las 7 las tardes de septiembre se volvían frenéticas en mi trabajo. No había tiempo para nada, ni mirar la hora siquiera.



Cuando por fin los relojes de la tienda de enfrente marcaron en punto fue como si un chip se activase. Empezaron a entrar numerosos grupos de gente, y la tienda se lleno de personas, mientras otra compañera se abría paso entre la muchedumbre y colocaba lo que estaba fuera de su sitio, Carolina y yo atendíamos la caja a duras penas.

Ni siquiera eran rebajas y frente a nosotras había una escena típica de película, dos rubias peleándose por la misma camiseta, debido a que la dependienta les había dicho que era la última de esa talla y que no llegarían más hasta la semana que viene y por lo visto, ambas la necesitaban para este viernes. Asombrada seguí atendiendo y poco después le cobré la prenda de ropa a la chica más alta.

A las nueve y media volví a casa, el piso a diferencia de cuando me fui ya no estaba lleno de gente, lo que resultaba extraño sabiendo que tanto Pablo como Izan y Lucía son mucho de quedarse a cenar o como dicen ellos a “hacer bulto”. Solo encontré a Rocío que estaba preparando algo parecido a una lasaña, a Lorena hablando por teléfono apoyada en la ventana del piso y a Celia tirada en el sofá viendo por trigésima octava vez (por lo menos) Tengo ganas de ti.

¿Estampa normal? Puede… quizás influyera que dentro de 5 días volviésemos a la Universidad.


domingo, 28 de octubre de 2012

Como una puta gilipollas



Parpadeé, me quedé mirando el salón con las imágenes pasando por mi cabeza igual que una puta gilipollas que acaba de ver algo que le afecta bastante y que no hace nada. Igual que Bambi se quedó mirando como su madre moría sin poder moverse. Acorralada y con miedo. Rocío empezó a mirarme, primero en modo pregunta y después le entró pánico, comenzó a removerse inquieta y Sara esbozó una sonrisa. Algo dentro de mí explotó. Comencé a gritar, había sido demasiado, mi relación Adrián, mi discusión con Jaime, su beso con Mario, mi vida entera se había desmoronado por su culpa.

-FUERA DE MI CASA- grité.

-Alicia, no lo entiendes ¿verdad?- comentó ella.

-NO TENGO NADA QUE ENTENDER- continué- HE DICHO QUE FUERA DE MI CASA.

Lorena intentó sujetarme, lo chicos entraron en casa apresurados, Celia los había llamado, Daniel trató de contenerme pero aquello parecía inútil. Adrián cruzó el umbral de la cocina bufando, me abofeteó y agarró a Sara por los pelos. “Jódete zorra” pensé. Yo no acostumbraba a ser así, mala, desagradecida. El bofetón hizo su efecto, me safé del agarre de Daniel y Omar y avancé desde mi posición hasta donde Adrián sujetaba a la supuesta Princesa Blogger que no paraba de gimotear y pedir ayuda, ninguno se la ofreció ni mostró la menos compasión. Mi gemela trataba de no mirar, y tenía la mano delante la boca intentando reprimir todos los gritos, Pablo abrazaba a Celia que miraba con desprecio la escena y que iba a pasar. Lentamente Adrián me susurró algo al oído, por el rabillo del ojo pude comprobar cómo Lorena miraba con enfado. No me importó, sonreí y simplemente me decidí por fin a asentirle a mi amigo que soltó a Sara. Jugueteó con la extensión de pelo rubio que acababa de arrancar y la tiró por la ventana más cercana que estaba abierta.

Por las mejillas de aquella chica que en un tiempo pasado fue mi amiga corrían lágrimas, mi cara de pena tan falsa no pudo hacer otra cosa que más lloriqueos. Ella sabía bien que no podía hacer nada, la sentamos en el sofá y nos reunimos a su alrededor. Cecu cerró la puerta y ocupó un lugar entre Pablo y Lidia. Izan tomó la palabra como acostumbra a hacer en este tipo de situaciones y yo ya calmada le miré.

-Bien, explícate ya, tienes dos minutos, si no me convence, Mario querrá tener unas palabras contigo.

Nos miró de una forma que daba a entender su situación de carencia de información. Lucía abrió la boca, Jaime dirigió la mirada a Patricia y esta a su vez a Sofía. Recorrí con mis ojos todos y cada uno de los rostros de mis amigos a cada cual más alucinado hasta por fin detenerme en Alejandro.

¿Reacción de Claudia? Estallarse. Aquello fue increíble. Sara seguía sin tener ni la más remota idea de qué le estábamos hablando y se encogió de hombros.

-Estás diciendo que no tienes ni idea de lo de la Princesa Blogger- masculló Lidia.
-Haber, sé que la Princesa os está acosando, no le caéis bien, como se suele decir, os tiene entre ceja y ceja- empezó Sara- no sé mucho más, tenía constancia de que la andabais buscando y que suponías tener a la culpable, jamás pensé que me señalaríais a mí.

Arqueé una ceja y la miré a los ojos, azules igual que el cielo una mañana de primavera. Sin pausa continuó.

-Sé que hice daño, mucho daño, que mentí y fingí. Que hablé de falsos rumores. Pero queridos era un patio de recreo y en esos sitios todo se rige por la…

-…ley del más fuerte- terminé la frase- No se puede ganar la fama sin haber vivido lo duro antes, o pisas o te pisan es ley de vida.

-Y a la señorita no le gustaban las marcas de pisadas- ironizó Mario- pues te presento a la horma de tu zapato FALSA.

Izan carraspeó y las miradas se volvieron frenéticas, igual que los labios de Sofía cuando tenía algo importante que decir, o Lucía y yo moviéndonos por la discoteca al ritmo de La la love, o quizás era parecido a cómo Jaime repartía las cartas en una partida de póker de aquellas ilegales que solía ir a jugar a los barrios bajos. Fuera como fuera aquella habitación estaba sobrecargada de gente, emociones y sobre todo algo más importante. El sonido del móvil de Omar nos despertó de nuestros pensamientos. Miró la pantalla y se quedó frío, luego nos la enseñó.

“A todos nos gusta jugar, que pena que esta vez la que gané sea yo”


Princesa Blogger.



jueves, 25 de octubre de 2012

Esto será como una clase con Ana María


Oscuridad. Por un instante no supe si aquello era un sueño o realmente había vivido esas experiencias que durante lo menos una semana turbaban mi cabeza. Silencio. Alargué el brazo hasta palpar mi móvil y poder comprobar que eran las tres de la mañana. Mi estómago rugió, ¿enserio?, no soy ese tipo de personas que ataca la nevera en medio de la madrugada y que está saltándose una severa dieta. Triste, se me hacía extraño esto estando en el peso ideal. Sin ningún miramiento avancé desde mi habitación hasta la cocina, comprobé que Celia tenía su habitación cerrada y que Lorena dormía con la puerta abierta, me paré un instante y la observé. Ella siempre había tenido un sueño muy profundo, sin embargo se revolvía inquieta entre las sábanas “Con razón” dijo una voz en mi interior. Esta misma tarde, yo había llegado con mi gemela anunciando que a partir de ahora seríamos cuatro en casa. Mi amiga mencionó algo en referencia a la vieja solterona del 13 rue del Percebe, esa que recogía todos los animales abandonados que encontraba y los llevaba a su casa.

Sigilosamente avancé por el salón procurando no despertar a Rocío que se encontraba dormida en nuestra cama hinchable, finalmente llegué a la nevera y me encontré falta de lo que buscaba: una buena tableta de chocolate con dulce de leche. Bufando y haciendo murmuraciones en contra de Celia, abrí la despensa. Nada de chocolate relleno. Así que tuve que conformarme con una tableta de chocolate normal y el tarro de galletitas saladas, es decir, mi perdición. No me molesté en volver a mi habitación, me senté en uno de los taburetes de la cocina y me apoyé en la mesa. En menos de media hora terminé con el chocolate y un cuarto del tarro de galletitas.

Satisfecha con mi fechoría, volví a mi habitación y me acosté. Dirigí la mirada al techo. Nada, ni gota de ganas de dormir. Extrañada, me puse los cascos y comencé a escuchar música. Cuando por fin mi móvil marcaba las 4 de la madrugada estaba prácticamente derrotada. Creo que al final dormí alrededor de 5 o 6 horas, porque a las 10 estaba Lorena trajinando por la casa, apurando los últimos días de verano para limpiar. No sabía si ponerme a gritar o simplemente levantarme, murmurar un buenos días, tomarme una buena taza de café y dedicarme a la vida contemplativa hasta que a las 5 de la tarde me tocara abrir la tienda de moda en la que trabajaba. O c) ninguna de las anteriores. Me parecía como uno de aquellos test que nos hacía la profesora de geografía de 1º de bachiller, Ana María, en los que las preguntas solían tener cuatro posibles respuestas y la última siempre solía poner: ninguna de las anteriores.

Pues elegí la c), montar mi propia respuesta. Abrí la ducha y dejé que el agua corriera por todo mi cuerpo, no me molesté en regular la temperatura que había dejado Celia, amante del agua templada, cuando por fin consideré que mi pelo estaba decentemente lavado y mi cuerpo lo mismo, salí y me envolví en una toalla. Abrí mi armario y comencé la búsqueda de unos vaqueros y una sencilla camiseta de color gris.

Finalmente me dirigí a la cocina, vaya asco de mañana que llevaba. Un día de pena, una noche de pena, y Lorena de un humor de perros. Solo se me ocurrió soltar un: perfecto, lleno de ironía cuando comprobé que la rizosa estaba limpiando los azulejos de la cocina, cosa que solo tiende a hacer cuando está de mal humor.


Aquello fue algo tipo el colmo de los colmos, y, a diferencia del chiste, no hizo que la casa estallase en carcajadas ni mucho menos. Celia paró de soltar ese torrente de palabras que estaba haciendo soportar a mi gemela y Lorena soltó un resoplido que inundó el piso entero. Un minuto de silencio y Cecu siguió aburriendo a mi hermana.

Me preparé el desayuno, un  par de tostadas con mantequilla y mermelada de fresa y una buena taza de café. De lo bueno lo mejor.

Trajiné por la casa toda la mañana, colocando mi habitación y preparando la comida, también ayudé a colocar la cama de Rocío en una parte del salón y la acompañé a su hotel a recoger sus maletas y hacer sitio en mi armario para su ropa.

Pasamos por delante del portal de Sara, me paré un segundo a admirar el portero automático que afortunadamente no tenía cámara, pare a Rocío y le expliqué todo aquella historia de La Princesa Blogger que ya le había resumido el otro día en la cafetería de Diego.

A las dos estábamos en casa, y había alguien que sobraba en nuestra vivienda, cuando cerré la puerta y observé a Lorena sentada en un taburete, Celia en una silla y a Sara en el sofá, temí lo peor…

 

jueves, 18 de octubre de 2012

¿Doppelgänger?


Yo estaba tan centrada en ponerme en contacto con mi hermana que la semana me pasó volando, ya no me importaba el hecho de haber crecido creyendo ser hija única, ni el tener una gemela, ni siquiera que Mario creyera que Rocío era yo. No. Solo me apetecía poder hablar con ella, saber cómo había sido su vida antes de todo este rollo de los bebés robados, conocer más o menos quién era, comprobar si (como yo pensaba) era igual que yo.

Todo eso ocupaba tanto mi mente que cuando Lorena llegó a casa marcó el número de mis padres y amenazó que si no conseguían ponerme en contacto con ella cometería una locura; y no es que mis padres tuvieran miedo de lo que ella pudiera hacer, si no de que podía hacer yo. Total, que se suponía que yo, iba a verme con Rocío esta tarde (sí Lorena presiona bastante bien)

Salí temblando como un flan de casa para dirigirme a la cafetería de nuestro vecino, Diego; lugar donde yo conocería a la que todo el mundo confundía conmigo. Llegué, miré todas las mesas una a una y todos los taburetes de la barra. Nada. Nadie que se pareciera a mí, así que me senté en una mesa mirando a la puerta y pedí lo de siempre: un cappuccino con un pastel de crema. La gente iba entrando para refugiarse de la lluvia y tomar un café bien calentito o un chocolate, o como un grupo de niños, para celebrar el cumpleaños de uno de ellos. Sonreí al recordar los tiempos en los que todo era fácil y nosotros éramos como esos críos, que, el día de mañana iban a pasar por momentos parecidos a los que yo o cualquiera de la pandilla vivía.

Y de pronto sonó la campanilla de la puerta: un nuevo cliente, levanté la cabeza por costumbre y la vi. Fue como mirarme al espejo, excepto por el detalle de la ropa, aquellos ojos tan profundos, y la sonrisa tranquila, un pelo castaño claro, largo, recogido en una trenza a la izquierda. Sonreí y le ofrecí asiento en frente de mi silla. Diego me miró extrañado mientras le tomaba el pedido a mi hermana, señalé mi móvil con intención de decir “Luego te cuento” y él pareció comprenderme a la perfección. Observé como Rocío le seguía con la mirada, hice una mueca y por primera vez habló:

-¿Le conoces?- preguntó.

-Genial- dije sarcásticamente- hace menos de una semana me entero de que tengo una hermana y solo se le ocurre preguntarme por mi vecino de enfrente.

Se encogió de hombros y por un instante se me pareció a mi queridísima Sofía, a ella le encantaba hacer ese gesto y todos nos reíamos cuando Daniel, que al contrario no lo soportaba, rechistaba por este hecho.

-Pues vale- siguió- haber por donde empiezo…

Me resumió su vida según sus palabras “había sido una persona de lo más normal”, vivió en la capital de la Comunidad Autónoma desde que tiene consciencia de su vida, sus padre nunca dieron señales de importarles que ella fuese adoptada, este año comenzó a leer sobre los casos de bebés robados y empezó a destapar toda la verdad sobre su nacimiento, el certificado de defunción falso y su vida.
No me habló demasiado sobre los detalles que a otro quizás le interesasen, pero yo no soy una persona excesivamente cotilla. Luego fue mi turno y hablé, le mencioné a todos mis amigos, le conté mi vida personal y por supuesto le expliqué en que se estaba metiendo si de verdad, como decía, iba a quedarse a vivir en la ciudad. Eso, conllevaba salir con mi grupo (vale sí, la odiaba, pero a fin de cuentas era mi hermana), conocer a mis amigos y el constante acoso, por así decirlo, de La Princesa Blogger.

Meditó unos segundos, no sé exactamente en lo que pensaba ya que al mismo tiempo seguía con la mirada a Diego y me estaba poniendo enferma, así que, dirigí la vista a la calle, una tarde de principios de septiembre normal, la Plazoleta estaba petada, en el banco frente a la cafetería, Patricia y Daniel esperaban mi salida, no se aburrían no, se dedicaban a darse besos y decirse cuanto se querían, eso quise intuir debido a su actitud cariñosa “Empalagosos” pensé, cualquiera diría que una vez yo estuve así, pero aquello era tiempo pasado.

-¿Alicia?- exclamó mi gemela interrumpiendo totalmente mis pensamientos- ¿sabes de alguien que tenga libre una cama?

-Depende… ¿te vale un colchón hinchable?

Asintió, y me mordí el labio, Lorena iba a matarme después de esto, Celia siempre era feliz, pasara lo que pasara, se casaba dentro de poco, la comprendía, nada era capaz de borrarle esa sonrisa de la cara. Y yo (madrina, para variar), me sentía un poco indecisa, ¿enserio podía confiar en Rocío?, ¿qué iba a pasar ahora?, ¿cómo reaccionarían todos? Y más importante, ¿Qué dirá La Princesa Blogger?

Aquello era como tirarse al río de cabeza, hay dos opciones, o caes bien, o te das con piedras y algo me decía en mi interior que salir adelante iba a ser difícil…


jueves, 11 de octubre de 2012

No estoy borracha y veo doble


Desperté debido al sonido de mi tono de llamada, bufando, cogí mi teléfono y vi que era mi padre.

-¿Si?

-Siempre igual, contestando con un “Si” – dijo mi padre

-¿Me has llamado solo para comprobar que contestó como llevo toda mi vida contestando? En serio papa…

Pues resultó que no, que decía que hacía mucho que no iba a verlos y todo ese rollo que suelen soltar tus padres, así que decidí ir a comer con ellos.

-No comeré en casa- le dije a Lorena que estaba concentrada matándose en quitar una cosa que alguien había pegado en nuestra ventana a través de la escalera de incendios.

-Ni yo- contestó ella mientras seguía a su tarea- ¿Cecu tu?

-Yo tampoco- contestó Celia al mismo tiempo que salía del baño envuelta en una toalla

Al mismo tiempo yo abría la puerta y solté.

-Chao

Bajé las escaleras lo más rápido que pude y me dirigí a mi casa, el lugar donde me había criado desde que tengo memoria, era un edificio sencillo; tenía cuatro plantas y en cada una de ellas encontrabas 2 pisos del tamaño adecuado para una familia de 3 personas. Entré al portal y aspiré el conocido olor a humedad, siempre tuvimos problemas por lo húmedo y frío que era la casa, pero nunca nos quejamos excesivamente.

Tomé el ascensor y pulsé aquel viejo botón del 3er piso que estaba roto por algún gamberro que se entretuvo en quemarlo, probablemente hubiese sido alguien de mi grupo.

El principio de la comida fue bien, todo falló en el momento en el que al posar el postre en la mesa mi madre dijo:

-Alicia, tienes una hermana.

Me atraganté con mi tarta favorita y eso que no llevaba nueces. Grité un “que” y en mi opinión se oyó tres manzanas más allá seguro.

Me lo contaron, como yo había nacido con una gemela, igual que yo, la única cuestión es que a los dos días a mis padres les dijeron que ella había muerto.

-Un bebé robado- mascullé.

Me dijeron que mi Rocío (que así se llamaba) apareció hace una semana reclamando una prueba de paternidad. Mis padres no tuvieron inconveniente y se destapó la verdad sobre los misteriosos casos que estaban asolando la nación últimamente.

Eso fue como si algo me partiese en dos. Me sentó como una patada en el culo. No sabía si echarme a reír o salir de casa. Disculpándome opté por esta última y cuando entré en el ascensor me derrumbé en el suelo.

Cogí mi móvil y vi un mensaje de Mario:

“Así que ayer te pasas por la discoteca, me ves y no me saludas?”

-Mierda- susurré- Rocío esta aquí y estoy dispuesta a conocerla.

Oí el particular sonido del ascensor al llegar al piso deseado, como un autómata caminé hacia casa de Patricia. Necesitaba apoyo moral como acostumbraba a decir ella.

Toqué el timbre y me dejó subir. En cuanto abrió la puerta me dirigí a su sofá y me tumbé como si de mi apartamento se tratara.

-¿Qué pasa?- me preguntó

-¿Qué me dirías si te dijera que puedes ver dos Alicias por la ciudad sin estar borracha?

Abrió la boca, me miró, articuló un par de sonidos y varias palabrotas. No la dejé decir nada más, le expliqué lo que pasaba y la cuestión era: ¿cómo íbamos nosotros a encontrar a Rocío? Y más importante, ¿qué pasaría cuando ella me viera? Entonces mi amiga dijo algo.

-Tienes una gemela…

Hola mundo


Abrí los ojos lentamente, sentía punzadas en el tobillo derecho “Torcedura” pensé, giré la cabeza en dirección al centro, todo ardía, dotaciones de bomberos trataban de apagar y salvar nuestro precioso centro comercial. A mí alrededor vi a Pablo correr hacía mi gritándole algo al resto que estaba arremolinado en una ambulancia cercana:

-Alicia, Alicia- empezó.

-Haber Pablin, puede que haya saltado desde 5 metros y me haya torcido el tobillo, pero idiota no soy todavía y sorda no estoy.

-Veo que te encuentras perfectamente- masculló Lucía con cierto aire intranquilo.

Me acerqué a ver al resto y les pregunté por donde se supone que habían salido del edificio.

-Por el mismo sitio que tu, lo que pasa que nosotras esperamos a los bomberos- explicó mi primo Omar.

Le saqué la lengua, él y su gracia tan particular, a veces me encantaría hacerle el mejor amigo de Adrián son iguales, tontos, y como bien dice mi madre: “Tonto es el que hace tonterías”

Él enfermero me hizo pasar para mirarme el pie, y en efecto me dijo que se trataba de una torcedura de tobillo. “Nada que no supiera” pensé, puede que estuviera estudiando biología pero vivo con una estudiante de medicina (Celia) y algo entiendo…

-Pues vale- dije levantándome de la camilla y empezando a salir de la ambulancia.

-Pero…- trató de seguir. Yo no le oí solo pensaba en que narices había pasado aquí y en como estarían los demás, y seguí como pude al resto hasta mi casa.

Lorena estaba indignada cuando Cece y yo posamos los pies en casa, había visto la explosión desde su habitación y como alguien saltaba desde el primer piso, al mismo tiempo que decía esto Celia posó sus profundos ojos castaños sobre mi y le devolví la mirada.

-¡Ah no!- siguió nuestra compañera- Alicia no me digas que te tiraste desde cinco metros y por esa estúpida razón tienes el pie como lo tienes.

No dije nada, solo suspiré y como siempre ella lo interpretó como la afirmación que estaba pasando por mi cabeza.



Eran finales de agosto, dentro de unas semanas empezaría septiembre, vuelta a la Universidad, al trabajo, al estudio y hasta siempre al verano de 2012 además, según fuentes fiables no había sido un terremoto lo que se cargó nuestro centro comercial. Pero eso ya lo sabía yo desde que al saltar había visto que el resto de edificios de la ciudad estaban intactos.

Esto, para mi opinión, se trataba de un ataque terrorista, los medios no mencionaron nada, nunca se decía nada de esta parte de país, solo importaba la capital, alguna ciudad importante más y las elecciones presidenciales de la Comunidad Autónoma de al lado, nada sobre un centro comercial… Esta era mi sociedad y yo no podía cambiarla.

Las únicas noticias importantes para nosotros (La Princesa Blogger) sí contaba cosas sobre el incendio que estaba asolando nuestra ciudad y del que yo había salido viva por los pelos, circulaban rumores, nadie podía descubrir cuáles eran ciertos y cuáles una mera invención para llamar la atención.

Seguía pensando, pero ya no tenía control sobre mi razón, sentí que mis párpados pesaban y mucho. Me dormí, y como siempre soñé, pero no fue un sueño normal.

Fue un sueño de los míos, de los extraños, en los que todo te parece real y a veces solo quieres que se acabe ya, que pare…



















jueves, 4 de octubre de 2012

¿Dejavu? ¡Ah no! Se dice flashback


-¡Adrián!, ¡Adrián!- comencé a gritar mientras esquivaba personas, farolas y señales- si tratas de evitarnos a todos no vas a conseguirlo

Él por su parte seguía andando y yo debía caminar más rápido si quería seguirle el paso,

-No me jode que te fueses- traté de seguir- me jode que me hayas hecho correr.

Siguió ignorándome y cansada, y mayoritariamente cabreada (y mucho, sea dicho), volví a la Plazoleta, y para variar el ambiente no era bueno que digamos, Mario y Alejandro discutían mientras el resto estaba (por así decirlo) de espectadores. En cuanto me vio Sofía vino a susurrarme algo al oído.

-Mierda- mascullé- ¿cuánto tiempo ha pasado?

-Unos siete minutos- empezó Jaime, que seguramente sabía de qué iba la fiesta.

-¿Alguien sabe dónde vive?- preguntó súbitamente Izan, al mismo tiempo que crujía los nudillos.

-¡Oh claro y si quieres vamos y la matamos!- exclamó con su particular sarcasmo Claudia.

Y entonces se me pasó por la cabeza una versión de cierta canción infantil que habíamos hecho una vez en clase “Vamos a quemar casitas tralará, vamos a quemar casitas tralará, vamos a quemar casitas” Y rápidamente volví al mundo real.

-¡IZAN!, te noto muy agresivo- dijo Omar.

Miramos tanto a Alejandro como a Mario que seguían discutiendo a su rollo, así que nos levantamos y salimos de la Plazoleta en dirección al centro comercial, por el camino Lorena, Sofía y Claudia se quedaron en sus casas, por lo tanto quedamos los de siempre, los solitarios, aburridos y amargados dando una vuelta.

Y puede que ni siquiera nos alegrase escuchar música, se me hacía imposible sonreír verdaderamente, y me pregunté si mi cara se veía tan falsa como yo pensaba. Demasiada información para tan poco tiempo, demasiados recuerdos para tan poca gente y puede que algún que otro flashback.

-Acabo de vivir un dejavu- dijo Omar- eso que pasa cuando recuerdas algo del pasado.

-Eso- bufó Lucía- es un flashback inculto.

Yo sabía a qué se refería, nosotros, el centro comercial, Sara, primero de bachiller y aquel estúpido problema de amor.




*Flashback*

Miré el reloj, eran las 5 y 32, me ponía enferma que Adrián llegase tarde, y más que lo hiciera hoy precisamente, hoy que iba a decirle que no, que pensaba poner punto y final, que nada podría hacerme cambiar de opinión. Suspiré, hoy era el día en el que él iba a saber que yo no soy una mera muñeca de trapo, que puede ser controlada por unos hilos parecidos a los de una marioneta. Que de Alicia no se ríe nadie y menos él.

Le dirigí una mirada de aburrimiento al resto, estábamos todos, excepto Adrián, Sara le estaba susurrando algo a Lidia que comenzó a estallarse. Cuando por fin estaban a punto de ser las seis menos cuarto, mi novio entró corriendo por la puerta principal.

-Pensé que no llegarías ni para mañana- dije.

Me pasó la mano por el pelo y bufé, si hay algo que no soporto es que me soben el pelo. Me miró con sus profundos ojos marrones, me encantaban sus ojos, en cierto sentido me entristecía no volver a poder mirar esos ojos como algo más que los de un amigo. Tomé aire, lo dije, creo que no tardé ni dos segundos en pronunciar dos tristes palabras, que acabaron con todas las sonrisas.

-Se acabó- susurré.

Creo que al mismo tiempo caía una lágrima por mi mejilla, no dije más, ya sabía toda la historia…

*Fin del flashback*
Pablo estaba zarandeándome y volví al presente, no hizo nada, todos sabían lo que
estaba pensando, me mordí el labio y cerré mis ojos. Se me hacía extraño todo.
Algo trastornó mis pensamientos, un fuerte movimiento, escaparates rompiéndose al
mismo tiempo que todo se llenaba de cristales, ¿terremoto? Tal vez. Lucía gritaba y se
agarraba a Izan. Miré a mi alrededor, una fracción de segundo, estábamos todos.
Corrimos, demasiado tarde, trozos de techo taponaban la bajada a las escaleras ¿ataque
terrorista? Demasiado incierto. No vi otra alternativa, miré la ventana rota, calculé la
distancia que me separaba del suelo, unos 5 metros, suspiré ¿una explosión de gas? Muy
fuerte. Y sin pensarlo dos veces salté, el final era incierto…


martes, 25 de septiembre de 2012

¿Cometer estupideces? Se me da de cine


Ahora que había descubierto la verdad sobre todo lo que había pasado en 2º de bachiller estaba dispuesta a que ardiera Troya, y todo el mundo sabe que si yo amenazo con eso, arde.

Reuní el grupo recientemente disuelto y expusimos las últimas novedades, avances y todos juntos atamos cabos, diferentes relaciones habían sido rotas. Izan y Lorena, Celia y Daniel, Patricia y Omar, y la mía con Adrián.

Fue entonces cuando le pedí perdón en referencia a lo que había pasado, lo que no se puede arreglar y lo que no pudo ser, además nunca le vi futuro a esa relación, ni siquiera sé porqué estaba con él. Quizás fuese una manera de decirle al mundo “Hola, sí, soy yo Alicia y tengo novio” pero tampoco lo veo muy coherente.

Pronto y para variar, Lucía tomó la palabra y la atención de los presentes a la reunión de emergencia de nuestro pequeño gran grupo.

-Bueno, ahora que sabes aparentemente la verdad, que pasó con ciertas personas y ciertos amores etc. Deberíamos, tomar cartas en el asunto, actuar, llamarlo como queráis.

La miramos de forma extraña, Lucía no solía tener un plan, pero estaba segura de que esta vez las cosas eran diferentes, y hablábamos de palabras mayores a lo que estábamos acostumbrados a sufrir en grupo y más aún cuando los afectado éramos todos, y la repercusión era mayor de lo que yo, y todos pensábamos.

Alejandro palideció y me alarmé no podía ser cierto, aquellos rumores debían ser mentira pero no me estaba dando esa sensación.

-No podemos callar a Sara- dijo- es imposible.

-Claro que podemos, la amenaza de una demanda judicial calla muchas bocas- respondió Lorena.

-Es nuestra amiga…- trató de seguir.

-Alejandro- dije seriamente- nuestra amiga o no, se cargó lo menos y que sepamos cuatro relaciones en nuestro grupo, a saber el número total.

-Tú relación no era más que una farsa- empezó a gritar.

Entonces sucedió algo que ninguno de los presentes esperaba y que nunca olvidare, Adrián se levantó, le pegó un puñetazo a Alejandro y dijo:

-Si vuelves a meterte con mi relación con Alicia te aseguro que te partiré hasta el último hueso.

Me quedé fría, jamás hubiese esperado eso de alguien del grupo y menos de Adrián.
-Bueno, no comencemos a discutir- trato de apaciguar Lidia.

Pero era tarde pronto comenzaron a gritar Daniel y Jaime mientras Celia y Claudia intentaban separar a Adrián de Alex. En medio de los gritos Izan había apartado a Lucía para que no saliera mal parada y yo trataba de que Lorena no se acercase a Adrián, al mismo tiempo que Omar, Patricia, Mario y Pablo  sinceramente, no sé qué hacían pero nada productivo seguro.

En vez de calmarse Alejandro se enfadaba más y más y fue entonces cuando lo dijo, lo gritó, exclamó algo que nunca voy a perdonarle:

-¡Pero si Alicia se lió con Mario mientras salía contigo Adrián!

Me paralicé avancé dos pasos solté a Lorena que corrió a abrazar a Adrián y abofetee a Alejandro y dije:

-¡ESO ES LA MAYOR MENTIRA QUE HAS DICHO EN TODA TU SANTA VIDA!

-A mi me lo dijo Mario- me replicó.

-¡Eh!- soltó Pablo- baja una Alex…

-¿Qué Mario dijo qué?- comenzó Adrián y el aludido empezó a hacer gestos raros.

Miré a mí, en estos momentos, “supuesto” mejor amigo que seguía con sus movimientos extraños mientras todo el grupo se había callado y la gente que pasaba por la Plazoleta había dejado de mirarnos.

Pateando el cubo de basura más cercano Adrián se safó del agarre de Lorena y se fue, nadie echó a andar detrás de él. Solo yo corrí y a pesar de que él había salido cinco minutos antes que yo, le alcancé al doblar la esquina…




viernes, 14 de septiembre de 2012

Lo que no pudo ser


Era lunes, un lunes corriente, ni de coña, era el lunes más triste de todo mi verano y todo se debía a la Princesa Blogger y a Lucía, a veces esa chica me saca de quicio. Su estrategia para evitar que rumores falsos sobre nosotros se extendiesen era dejar de quedar juntos durante un tiempo, aquello provocó una discusión en medio de la Plazoleta y el grupo (para variar) quedó dividido. Mientras Lucía, Izan, Mario, Omar, Claudia, Adrián y Patricia, apoyaban a la primera. El resto estaba junto a mi opinión de que era perder buenos momentos con una acción estúpida, finalmente votamos y ganaron ellos debido al repentino cambio de actitud de Daniel. Así que Celia, Lorena y yo nos fuimos a casa aburridas.

Estaba sentada en la ventana de mi habitación mirando cómo un grupo de niños y niñas de más o menos 13 y 14 años se divertía en el parque, me recordaban a nosotros en viejos tiempos. Mis pensamientos me absorbieron y saqué la caja de las fotografías, una caja que (como su nombre indica) estaba llena de fotos, cartas, regalos y un colgante del que Sara tenía la otra parte. Me lo puse al cuello, a pesar del incidente en el instituto seguía siendo mi amiga.

Deprimida me fui al salón y me puse a ver una película de las muchas que tiene Celia, me decanté finalmente por Drácula de Bram Stoker, recientemente había acabado el libro y quería volver a ver la versión cinematográfica. Pero algo trastornó mis planes después de media hora.

Picaron al timbre y pensé que era Lorena, que para variar se habría dejado las llaves en casa de Adrián, sin embargo eran Celia y Sofía (y la primera si había dejado las llaves, pero en su habitación)

Les abrí el portal y la puerta del piso, Sofía venía estresada y mascullándole a Celia que Lucía era idiota por tener teorías estúpidas como la que había provocado que hoy yo estuviese en casa.

-Esta señorita- dijo mi compañera de piso señalando a Sofi- cree saber quién es la Princesa Blogger.

La miré a ella, después a la aludida y finalmente a Celia de nuevo.

-¿Me estás vacilando no?

-En serio, lo sé y creo que podríamos desenmascararla.

Me encogí de hombros y me senté en el suelo, Celia a mi lado y Sofía en el sofá. Miré mi móvil y vi un whatsapp de Lorena diciendo que llegaría tarde y una mención en twitter de Patricia, suspiré, maldita tecnología.




-Tras varias averiguaciones por mi cuenta ya que Claudia no quiso ayudarme- empezó Sofia y yo pensé “¿Claudia estaba metida en esto? Extraño”- he descubierto que la persona a la que voy a acusar, y que no es de nuestro grupo, conocía todos los secretos que últimamente se han publicado en el blog excepto uno.

-¡Ajá!- exclamó Celia- sabía que la Princesa no estaba en nuestro grupo…

-Pero tiene que tener un chivo espiatorio, o micrófonos o algo por el estilo aquí- mascullé- si no es imposible que pudiese saber de mi altercado con Jaime…

Sofía asintió y la sensación de victoria desapareció de la cara de Celia, que comenzó a jugar con su pelo, manía que tiende a hacer cuando piensa o está nerviosa. Sofía continuó dando sus explicaciones hasta que Cece estresada salió de casa.
Sofía trató de levantarse, pero la detuve, no es que hubiese dicho nada malo, es que acababa de recibir un tweet de la Princesa Blogger.

Cuando estuvimos solas, mi amiga, soltó todo lo que debía decirme en privado.

-Alicia, siento decirte que creo que Sara es la Princesa.

-No puede ser- mascullé.

-Vamos todo cuadra, lleva actuando sin que lo sepamos desde 2º de Bachillerato, de hecho destruyó un par de relaciones, que yo sepa…

Tragué saliva, ella era quién me había dicho que Adrián (mi novio por aquel entonces) se había besado con, justamente, la persona que me estaba contando que Sara era la Princesa Blogger, Sofía.

-Aclárame una cosa- le pedí- ¿te besaste alguna vez con Adrián?

-Alicia, jamás haría tal cosa- me contestó.

Era cierto, le debía una disculpa a Adrián, Sara había destruido relaciones, entre ellas, la mía.


lunes, 10 de septiembre de 2012

Maldita tecnología


Lorena estaba dando vueltas por el salón, alterada y miraba el teléfono fijo cada dos por tres, Celia estaba preparando una receta de un bizcocho que Patricia le había enseñado y por el olor me parecía que iba a ser un éxito en la casa. Yo mientras reflexionaba sobre lo que había pasado para que la mañana estuviese tan subida de tono.

La Princesa Blogger se había hecho Twitter, lo que significaba constantes tweets de las entradas de su página. Esta misma mañana todos los seguidores recibimos una notificación interesante: “Alicia y Jaime, ataque de ira”, así decía el comentario de aquella mujer, rápido comencé a estresarme y de no ser porque diez minutos después se publicó que Lorena y Adrián habían cortado y a la primera le entró un ataque de histeria probablemente la histérica hubiese sido yo.

Sonó el teléfono lo que provoco que Lorena se lanzase a por él (literalmente) y contestó pensando que sería Adrián y ella estaba dispuesta a ponerle pingando, la sorpresa vino cuando le cambió el semblante y dijo:

-Alice, te reclaman.

Me temí lo peor probablemente sería Jaime dispuesto a acusarme de ser el chivo de La Princesa Blogger, pero yo iba dispuesta a aguantar el chaparrón, y me sorprendí.

-¿Si?- pregunté con temor.

-Soy Lidia- exclamaron desde el otro teléfono

-Lidia-mascullé- ¿qué pasa?

Me soltó un pequeño sermón del que no me enteré a medias ya que termine por ponerme a mirar la tele mientras me sentaba en el suelo, cuando vi que dejó de hablar contesté:

-¿Ya has terminado?

Contestó afirmativamente y colgué, Lorena se interesó por lo que me había dicho y le aseguré que no tenía ni la más remota idea, se echó a reír junto con Celia y tenían motivos claros.

Esa misma tarde quedamos urgentemente en la Plazoleta, teníamos cosas de las que hablar, comenzó Daniel:

-Creo que tanto Alicia como Jaime nos deben una explicación, que Lorena y Adrián podrían acallar los rumores, Patricia  tendría que mostrarle al mundo que no está loca y Celia y Pablo que no se han casado en secreto.

Miré asustada a los últimos, a lo que Pablo me respondió con una mirada solitaria, triste como decaída, imaginé que la Princesa la habría tomado con él.


Comencé la explicación de mi altercado con Jaime, omití algunas cosas que ahora mismo carecían de importancia, cada minuto que pasaba Lorena se ponía más tensa, sabía que yo conocía toda la verdad, pero que la estaba ocultando. Mi versión de la historia no quitaba detalles, yo hablé de lo que pasó en el callejón pero ellos desconocían todo lo que pasó anteriormente…

A continuación Claudia tomó la palabra:

-Bien, ahora debemos hacer una cosa- todos la miramos, incluso Izan que la desprecia mucho.

-Creo que debemos dejar de molestarnos por lo que diga una mujer que ni siquiera está en nuestro grupo- masculló Lucía.

-Eso- dijo Omar- no lo sabemos a ciencia cierta.

Pude ver en los ojos de mi primo un destello de maldad, sospechaba de alguien del grupo, lo podía sentir, la tensión estaba en el aire desde principios de verano, y aquello estaba desmoronando a la ciudad entera, a veces pensaba que la Princesa Blogger estaba haciendo más daño que el servicio que nos daba, y es que, a fin de cuentas, ¿importan los cotilleos? Eso es algo que depende de cada uno, y no se puede controlar.

Las miradas empezaron a cruzarse y alguien exclamó:

-La bloguera más conocida en nuestro grupo… Podría ser algo bueno a nuestro favor…

Palidecimos, probablemente nos encontrásemos frente a un arma de doble filo.


viernes, 31 de agosto de 2012

Un poquito ilegales...


Me estremecí era mediodía y aún así los barrios bajos de la ciudad daban muchísima mala espina, miré a Claudia que venía conmigo. A lo lejos vimos unas sombras, 6 personas, aligeramos el paso, y, cuando estábamos a unos 10 metros de ellos los distinguimos: Izan, Lucía, Mario, Lidia y Jaime.

-¿Vosotras en los barrios bajos?- comenzó Izan- ¿qué os trae por aquí?

-Podría haceros la misma pregunta- contestó fríamente Claudia.

-Nosotras solo estábamos de paso- me apresuré a exclamar.

-¡Chist!- dijo Jaime- nosotros tenemos otras ideas…

Nos unimos al grupo y seguimos nuestro camino en dirección a un bar chino, poco antes de entrar nos apartamos del lugar y Lucía dijo:

-Están perfectas para pasar de acompañantes, ¿de dónde vendrán?

Yo no tenía ni la menor idea de lo que iba aquello, lo cierto era que tanto Claudia como yo llevábamos vestidos y altos tacones, claro, que habíamos ido a comer a un restaurante caro…

-Póker- susurró Mario.

-¿Partidas ilegales?- musitó Claudia.

-¿Hay algo ilegal en lo que no estéis mezclados vosotros?- exclamé

-Drogas- dijo rápidamente Lidia, todos la miramos- al menos que yo sepa…

Reímos y nos apresuramos a entrar al local, aquello parecía tan recogido por fuero y por dentro era enorme, se parecía a cierto casino al que habíamos ido una vez Celia, Patricia y yo con Mario, Pablo y Daniel. Apresuradamente saqué el móvil, Mario me detuvo.

-Si quieres conservarlo será mejor que ni lo enseñes, ni eso ni la cartera.

Le miré a los ojos con una expresión de “sé cuidarme yo solita” y lo guardé de nuevo en el bolso. Pasamos las mesas de comidas y nos dirigimos a un portero que había en el extremo derecho del local, Izan musitó unas palabras y luego dijo:

-Jugadores- señaló a Mario,  Jaime y a sí mismo- acompañantes- nos señaló a Lucía, Claudia, Lidia y a mí.

Después el hombre, corrió las cortinas y nos dejó pasar a una pequeña sala con varias mesas de póker. Eché un vistazo rápido y después me senté en el regazo de Mario.

-Pensé que estabas enfadada conmigo- comentó

-Eres lo mejor que he encontrado en la sala- dije con sarcasmo.

Comenzó la partida de nuestra mesa, observé a nuestros oponentes, un hombre alto con gafas y barba, un joven de más o menos nuestra edad, un hombre asiático, una joven que también tenía pinta de ser extranjera. La suerte de Mario mejoraba cada vez más y en la mesa vecina Jaime, Claudia y Lidia iban de mal en peor, en otra Izan y Lucía habían ganado tres o cuatro partidas y tenían una pequeña fortuna. Cuando salimos de allí a las ocho de la tarde, me acerqué a Jaime.

-Sabes- comencé dulcemente- ahora que lo recuerdo aún no sé quién le vendió las drogas a Lorena.

-¿Y ahora te acuerdas?- dijo él con una sonrisa en la cara.

Me miró y la felicidad se borró de su cara, todo cobró sentido muy rápidamente, giré la cabeza y pude comprobar que el resto todavía no había abandonado el bar. Me agarró del cuello y me estampó en la pared.

-Lo sabes- musitó- ¿desde cuándo?

-Desde el principio, comencé a hacer averiguaciones, os investigué a todos, tengo mis contactos.

-Tú prima, la hermana de Omar.

Sonreí, y él me apretó aún más, pronto de colocó una pistola en su barriga, se asombró.

-Igual creías que yo ando por los barrios bajos sin pistola, viviendo con una periodista en casa y teniendo una prima policía. Ahora suéltame.

Hizo lo que le ordené, se alejó y después musitó:

-Nada de esto ha pasado

Asentí, Jaime era un tipo e doble de ancho que yo y de metro noventa, aunque yo no fuese baja imponía cierto respeto. Pronto salió el resto, nadie sospechó nada, por lo menos que yo viera…

jueves, 23 de agosto de 2012

Todos tenemos sueños raros…muy raros


Me desperté porque estaba siendo zarandeada mientras me gritaban:

-¡Alicia, Alicia, Alice!

Abrí los ojos vi que la causante de semejante alboroto era Patricia, Lorena estaba apostada en el marco de la puerta y Celia sentada en mi cama.

-¿Qué es tan importante como para despertarme a las 11 de la mañana un sábado?

-A ti y a todas- comentó Cece.

Lorena se sentó justo delante de mí, lo que me dio la excusa para ponerme a jugar con su pelo, Celia ocupo un lugar a mi lado y Patricia al borde de la cama.

-¿Qué haces cuando tienes tus extraños sueños Ali?

-Se los cuento primero a Lorena y después a vosotros ¿por qué?

Lorena bufó estaba harta de despertarse temprano con cuenta de mis estúpidas premoniciones.

-Es que verás…ayer soñé que…

“Nos íbamos nosotras cuatro con Mario, Pablo, Daniel y Adrián al pueblo de la abuela de Celia, ya sabes que por ahí siempre hubo muchos gatos. Entonces cuando llegábamos no vimos ninguno y yo me quedé muy extrañada. Total que no me preocupé y seguimos andando por toda la villa en dirección a la casa. Pasábamos por el hotel, el bar, la panadería y nada ni un gato, ni un perro, ni paloma, solo personas. Cada vez más extrañada seguimos caminando.

Al final llegamos a la pequeña casita y le preguntamos a la abuela de Celia:

-¿Dónde están todos los gatos, perros y el resto de animales que hay siempre por el pueblo?

-Se han ido- comentó la anciana.

Algo más tranquila me senté en una silla esperando la hora de la comida, colaboramos en poner la mesa, finalmente colocaron una pota en el centro y cuando la destapó vi..”

-¿Qué viste?

-Un gato, tu abuela nos daba de comer gato.




Me estremecí comparados con este sueño los míos eran de lo más normales, pestañee y solté un par de los dorados rizos de Lorena que tenía en mi dedo, miré a Patricia, a Celia, a Lorena y de nuevo a la primera. Mi única reacción fue estallar en carcajadas, después de dos minutos de risas dije:

-¿Me estás vacilando?

-No en serio que soñé eso- contestó Patricia.

-Sinceramente te recomiendo que hables con Adrián, al fin y al cabo está estudiando psicología- explicó Lore.

-Pero él no controla los sueños de Alicia- protestó Patri.

-Porque yo no sueño que me dan de comer gato- exclamé yo.

Celia que hasta entonces no había articulado palabra tenía un semblante extraño, de esos que le salen a ella cuando está meditando hacer alguna afirmación.

-Estoy de acuerdo con Lorena, sinceramente cielo, vete al psicólogo.

Patricia salió de casa decepcionada, estaba claro que no se esperaba esto, quizás pensó que nos íbamos a poner a cocinar el gato de mi vecino para ver si era una premonición de que sabía bien (me lo acabo de inventar) o venía con la intención de que nos riéramos de ella, fuese lo que fuese que viniera pensando, no salió como ella quería.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Conffesions on the dancefloor


A pesar de todo lo que me había pasado, debía seguir adelante, teníamos que preparar la boda de Celia y Pablo, que cada vez era más próxima. Miré el calendario, finales de julio, y suspiré el verano siempre me pasaba demasiado rápido. Llamó Omar:

-Prima, ¿sales hoy?- dijo desde la otra línea.

-Claro, ¿qué plan tenemos?

-Lidia quiere colarse en la vieja sala de juegos para probar aquel de baile que todavía tiene las canciones de tu disco de Madonna favorito, ya sabes su pasión por las aventuras.

Me ilusionó la idea, llevaba un par de días sin salir de casa, encendí la radio y saqué mis viejos pantalones cortos, recogí mis leggins y mi camisa de “Love yourself”, después me calcé mis zapatillas preferidas, ciertamente estaba perfecta para ir a las aventuras de Lidia y el resto, en el momento en el que se nos ocurren estupideces, lo mejor es ir cómoda, y sin tacones. Algún día sabréis el porqué. Lorena llegó a casa con Celia, habían estado comiendo en un restaurante a las afueras de la ciudad para ver si podríamos celebrar allí el sencillo banquete de la boda de Pablo y Cece. Les avisé de que íbamos a salir, y se apuntaron. Cuando por fin estábamos listas para salir de casa las miré y sonreí, la ropa que llevaban era parecida a la mía, estaba claro que conocen las ideas del grupo demasiado bien.

Nos dirigimos a la Plazoleta, ese era siempre el punto de reunión y puntualmente a las 5 y media, estábamos preparados para comenzar nuestra particular, pequeña aventura. La vieja sala de juegos, que en su tiempo también fue bolera, seguía teniendo electricidad (para nuestra satisfacción), y lo sabíamos porque ni era la primera vez que nos colábamos a jugar a la máquina de baile, ni sería la última. Estaba en una calle poco transitada así que era fácil que Claudia, que había sido gimnasta, pasara por el rincón de la puerta y nos abriese. Todo cerciorándonos de que no nos viese nadie, recuerdo una vez que Clau engordó un poco y se quedó atrapada, estuvo a punto de pillarnos un policía local que desgraciadamente pasaba por el lugar equivocado, en el momento equivocado.

Pero la cuestión es que todo lo de pasar ilegalmente por la puerta fue bien, ya que Claudia salía a correr todas las mañanas ahora y hacía más ejercicio. Después de entrar, cerramos y pusimos un tablón en la parte de abajo como siempre.

Mario encendió las luces y el sitio quedó iluminado

-Bueno- dijo Lucía- ¿quién se atreve a echarle una partidita a la reina?

Reímos, ella siempre ganaba en las batallas que teníamos hecho en esta sala, antes de que la cerraran y después. Le encantaba una canción pero cuando se enfrentaba contra alguien al que había retado le dejaba escoger.

-Os apuesto lo que queráis a que os gano- continuó.

Lorena comenzó a encender el juego mientras Lucía seguía haciendo gala de sus habilidades para el baile.

La primera partida fue Izan contra Omar, y lo cierto es que Omar perdió por más de 100 puntos, sentí vergüenza ajena ¿cómo era posible que fuésemos familia? Poco después Lidia ganó a Patricia y así se fueron sucediendo las partidas mientras el resto jugábamos a los bolos por parejas, yo con Celia.

-Alicia ¿no bailas hoy?- se burló Jaime- es que tienes miedo de que hayan quitado tu canción.

Puse los ojos en blanco y le saqué la lengua, aquí tenían las canciones de mi disco favorito, y la primera era la que más me gustaba, la bautizaron como “Alice’s song” Y tanto a Jaime, como a Daniel y Adrián les gustaba burlarse de mí.

-Es que hoy se siente patosa jajajajaja- empezó Adrián.

-Te digo que soy capaz de ganar a Lucía.

Fue mi contestación, la aludida que llevaba un rato esperando a ver quien la retaba se levantó y aceptó encantada, todos se arremolinaron alrededor nuestro y metimos una moneda para comenzar la partida.

-Escoges canción- dijo ella- intuyo que bailaremos “Hung up”

Y no se equivocó, la música comenzó a sonar y todo empezó a un ritmo frenético, me encantaba Madonna, y durante 5 largos minutos bailamos. Se paró la música, hora de la verdad, me senté en el suelo y mi rival me imitó. La máquina contabilizó los puntos. Y Pablo se puso delante de forma que no pudiéramos ver quién era la ganadora.

-Un minuto- dijo- ¿qué pasa si pierde Alice?- le preguntó a Lucía.

-Se besa con Alejandro.

Suspiré Lucía podía ser peor persona que Claudia.

-¿Y si (por una casualidad) pierde Lucía?

-Invita a una ronda en tu boda- exclamé.

Algunos como Lorena y Jaime aplaudieron, otros como Izan y Lidia se rieron. Y luego Pablo se apartó.

-Jugador 1 (Lucía) 1478 puntos, Jugador 2 (yo) 1488 puntos.

-I-M-P-O-S-I-B-L-E, no es posible- comenzó Lucía- 10 estúpidos puntos…

Sonreí para mis adentros mientras recorrí con la mirada las caras de mis amigos, que, alucinados por mi hazaña, comenzaron a aplaudir.

-Bienvenida al principio del fin, de tu reinado en la pista de baile- dijo Patricia.

-“These are confessions on the dancefloor”