viernes, 31 de agosto de 2012

Un poquito ilegales...


Me estremecí era mediodía y aún así los barrios bajos de la ciudad daban muchísima mala espina, miré a Claudia que venía conmigo. A lo lejos vimos unas sombras, 6 personas, aligeramos el paso, y, cuando estábamos a unos 10 metros de ellos los distinguimos: Izan, Lucía, Mario, Lidia y Jaime.

-¿Vosotras en los barrios bajos?- comenzó Izan- ¿qué os trae por aquí?

-Podría haceros la misma pregunta- contestó fríamente Claudia.

-Nosotras solo estábamos de paso- me apresuré a exclamar.

-¡Chist!- dijo Jaime- nosotros tenemos otras ideas…

Nos unimos al grupo y seguimos nuestro camino en dirección a un bar chino, poco antes de entrar nos apartamos del lugar y Lucía dijo:

-Están perfectas para pasar de acompañantes, ¿de dónde vendrán?

Yo no tenía ni la menor idea de lo que iba aquello, lo cierto era que tanto Claudia como yo llevábamos vestidos y altos tacones, claro, que habíamos ido a comer a un restaurante caro…

-Póker- susurró Mario.

-¿Partidas ilegales?- musitó Claudia.

-¿Hay algo ilegal en lo que no estéis mezclados vosotros?- exclamé

-Drogas- dijo rápidamente Lidia, todos la miramos- al menos que yo sepa…

Reímos y nos apresuramos a entrar al local, aquello parecía tan recogido por fuero y por dentro era enorme, se parecía a cierto casino al que habíamos ido una vez Celia, Patricia y yo con Mario, Pablo y Daniel. Apresuradamente saqué el móvil, Mario me detuvo.

-Si quieres conservarlo será mejor que ni lo enseñes, ni eso ni la cartera.

Le miré a los ojos con una expresión de “sé cuidarme yo solita” y lo guardé de nuevo en el bolso. Pasamos las mesas de comidas y nos dirigimos a un portero que había en el extremo derecho del local, Izan musitó unas palabras y luego dijo:

-Jugadores- señaló a Mario,  Jaime y a sí mismo- acompañantes- nos señaló a Lucía, Claudia, Lidia y a mí.

Después el hombre, corrió las cortinas y nos dejó pasar a una pequeña sala con varias mesas de póker. Eché un vistazo rápido y después me senté en el regazo de Mario.

-Pensé que estabas enfadada conmigo- comentó

-Eres lo mejor que he encontrado en la sala- dije con sarcasmo.

Comenzó la partida de nuestra mesa, observé a nuestros oponentes, un hombre alto con gafas y barba, un joven de más o menos nuestra edad, un hombre asiático, una joven que también tenía pinta de ser extranjera. La suerte de Mario mejoraba cada vez más y en la mesa vecina Jaime, Claudia y Lidia iban de mal en peor, en otra Izan y Lucía habían ganado tres o cuatro partidas y tenían una pequeña fortuna. Cuando salimos de allí a las ocho de la tarde, me acerqué a Jaime.

-Sabes- comencé dulcemente- ahora que lo recuerdo aún no sé quién le vendió las drogas a Lorena.

-¿Y ahora te acuerdas?- dijo él con una sonrisa en la cara.

Me miró y la felicidad se borró de su cara, todo cobró sentido muy rápidamente, giré la cabeza y pude comprobar que el resto todavía no había abandonado el bar. Me agarró del cuello y me estampó en la pared.

-Lo sabes- musitó- ¿desde cuándo?

-Desde el principio, comencé a hacer averiguaciones, os investigué a todos, tengo mis contactos.

-Tú prima, la hermana de Omar.

Sonreí, y él me apretó aún más, pronto de colocó una pistola en su barriga, se asombró.

-Igual creías que yo ando por los barrios bajos sin pistola, viviendo con una periodista en casa y teniendo una prima policía. Ahora suéltame.

Hizo lo que le ordené, se alejó y después musitó:

-Nada de esto ha pasado

Asentí, Jaime era un tipo e doble de ancho que yo y de metro noventa, aunque yo no fuese baja imponía cierto respeto. Pronto salió el resto, nadie sospechó nada, por lo menos que yo viera…

jueves, 23 de agosto de 2012

Todos tenemos sueños raros…muy raros


Me desperté porque estaba siendo zarandeada mientras me gritaban:

-¡Alicia, Alicia, Alice!

Abrí los ojos vi que la causante de semejante alboroto era Patricia, Lorena estaba apostada en el marco de la puerta y Celia sentada en mi cama.

-¿Qué es tan importante como para despertarme a las 11 de la mañana un sábado?

-A ti y a todas- comentó Cece.

Lorena se sentó justo delante de mí, lo que me dio la excusa para ponerme a jugar con su pelo, Celia ocupo un lugar a mi lado y Patricia al borde de la cama.

-¿Qué haces cuando tienes tus extraños sueños Ali?

-Se los cuento primero a Lorena y después a vosotros ¿por qué?

Lorena bufó estaba harta de despertarse temprano con cuenta de mis estúpidas premoniciones.

-Es que verás…ayer soñé que…

“Nos íbamos nosotras cuatro con Mario, Pablo, Daniel y Adrián al pueblo de la abuela de Celia, ya sabes que por ahí siempre hubo muchos gatos. Entonces cuando llegábamos no vimos ninguno y yo me quedé muy extrañada. Total que no me preocupé y seguimos andando por toda la villa en dirección a la casa. Pasábamos por el hotel, el bar, la panadería y nada ni un gato, ni un perro, ni paloma, solo personas. Cada vez más extrañada seguimos caminando.

Al final llegamos a la pequeña casita y le preguntamos a la abuela de Celia:

-¿Dónde están todos los gatos, perros y el resto de animales que hay siempre por el pueblo?

-Se han ido- comentó la anciana.

Algo más tranquila me senté en una silla esperando la hora de la comida, colaboramos en poner la mesa, finalmente colocaron una pota en el centro y cuando la destapó vi..”

-¿Qué viste?

-Un gato, tu abuela nos daba de comer gato.




Me estremecí comparados con este sueño los míos eran de lo más normales, pestañee y solté un par de los dorados rizos de Lorena que tenía en mi dedo, miré a Patricia, a Celia, a Lorena y de nuevo a la primera. Mi única reacción fue estallar en carcajadas, después de dos minutos de risas dije:

-¿Me estás vacilando?

-No en serio que soñé eso- contestó Patricia.

-Sinceramente te recomiendo que hables con Adrián, al fin y al cabo está estudiando psicología- explicó Lore.

-Pero él no controla los sueños de Alicia- protestó Patri.

-Porque yo no sueño que me dan de comer gato- exclamé yo.

Celia que hasta entonces no había articulado palabra tenía un semblante extraño, de esos que le salen a ella cuando está meditando hacer alguna afirmación.

-Estoy de acuerdo con Lorena, sinceramente cielo, vete al psicólogo.

Patricia salió de casa decepcionada, estaba claro que no se esperaba esto, quizás pensó que nos íbamos a poner a cocinar el gato de mi vecino para ver si era una premonición de que sabía bien (me lo acabo de inventar) o venía con la intención de que nos riéramos de ella, fuese lo que fuese que viniera pensando, no salió como ella quería.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Conffesions on the dancefloor


A pesar de todo lo que me había pasado, debía seguir adelante, teníamos que preparar la boda de Celia y Pablo, que cada vez era más próxima. Miré el calendario, finales de julio, y suspiré el verano siempre me pasaba demasiado rápido. Llamó Omar:

-Prima, ¿sales hoy?- dijo desde la otra línea.

-Claro, ¿qué plan tenemos?

-Lidia quiere colarse en la vieja sala de juegos para probar aquel de baile que todavía tiene las canciones de tu disco de Madonna favorito, ya sabes su pasión por las aventuras.

Me ilusionó la idea, llevaba un par de días sin salir de casa, encendí la radio y saqué mis viejos pantalones cortos, recogí mis leggins y mi camisa de “Love yourself”, después me calcé mis zapatillas preferidas, ciertamente estaba perfecta para ir a las aventuras de Lidia y el resto, en el momento en el que se nos ocurren estupideces, lo mejor es ir cómoda, y sin tacones. Algún día sabréis el porqué. Lorena llegó a casa con Celia, habían estado comiendo en un restaurante a las afueras de la ciudad para ver si podríamos celebrar allí el sencillo banquete de la boda de Pablo y Cece. Les avisé de que íbamos a salir, y se apuntaron. Cuando por fin estábamos listas para salir de casa las miré y sonreí, la ropa que llevaban era parecida a la mía, estaba claro que conocen las ideas del grupo demasiado bien.

Nos dirigimos a la Plazoleta, ese era siempre el punto de reunión y puntualmente a las 5 y media, estábamos preparados para comenzar nuestra particular, pequeña aventura. La vieja sala de juegos, que en su tiempo también fue bolera, seguía teniendo electricidad (para nuestra satisfacción), y lo sabíamos porque ni era la primera vez que nos colábamos a jugar a la máquina de baile, ni sería la última. Estaba en una calle poco transitada así que era fácil que Claudia, que había sido gimnasta, pasara por el rincón de la puerta y nos abriese. Todo cerciorándonos de que no nos viese nadie, recuerdo una vez que Clau engordó un poco y se quedó atrapada, estuvo a punto de pillarnos un policía local que desgraciadamente pasaba por el lugar equivocado, en el momento equivocado.

Pero la cuestión es que todo lo de pasar ilegalmente por la puerta fue bien, ya que Claudia salía a correr todas las mañanas ahora y hacía más ejercicio. Después de entrar, cerramos y pusimos un tablón en la parte de abajo como siempre.

Mario encendió las luces y el sitio quedó iluminado

-Bueno- dijo Lucía- ¿quién se atreve a echarle una partidita a la reina?

Reímos, ella siempre ganaba en las batallas que teníamos hecho en esta sala, antes de que la cerraran y después. Le encantaba una canción pero cuando se enfrentaba contra alguien al que había retado le dejaba escoger.

-Os apuesto lo que queráis a que os gano- continuó.

Lorena comenzó a encender el juego mientras Lucía seguía haciendo gala de sus habilidades para el baile.

La primera partida fue Izan contra Omar, y lo cierto es que Omar perdió por más de 100 puntos, sentí vergüenza ajena ¿cómo era posible que fuésemos familia? Poco después Lidia ganó a Patricia y así se fueron sucediendo las partidas mientras el resto jugábamos a los bolos por parejas, yo con Celia.

-Alicia ¿no bailas hoy?- se burló Jaime- es que tienes miedo de que hayan quitado tu canción.

Puse los ojos en blanco y le saqué la lengua, aquí tenían las canciones de mi disco favorito, y la primera era la que más me gustaba, la bautizaron como “Alice’s song” Y tanto a Jaime, como a Daniel y Adrián les gustaba burlarse de mí.

-Es que hoy se siente patosa jajajajaja- empezó Adrián.

-Te digo que soy capaz de ganar a Lucía.

Fue mi contestación, la aludida que llevaba un rato esperando a ver quien la retaba se levantó y aceptó encantada, todos se arremolinaron alrededor nuestro y metimos una moneda para comenzar la partida.

-Escoges canción- dijo ella- intuyo que bailaremos “Hung up”

Y no se equivocó, la música comenzó a sonar y todo empezó a un ritmo frenético, me encantaba Madonna, y durante 5 largos minutos bailamos. Se paró la música, hora de la verdad, me senté en el suelo y mi rival me imitó. La máquina contabilizó los puntos. Y Pablo se puso delante de forma que no pudiéramos ver quién era la ganadora.

-Un minuto- dijo- ¿qué pasa si pierde Alice?- le preguntó a Lucía.

-Se besa con Alejandro.

Suspiré Lucía podía ser peor persona que Claudia.

-¿Y si (por una casualidad) pierde Lucía?

-Invita a una ronda en tu boda- exclamé.

Algunos como Lorena y Jaime aplaudieron, otros como Izan y Lidia se rieron. Y luego Pablo se apartó.

-Jugador 1 (Lucía) 1478 puntos, Jugador 2 (yo) 1488 puntos.

-I-M-P-O-S-I-B-L-E, no es posible- comenzó Lucía- 10 estúpidos puntos…

Sonreí para mis adentros mientras recorrí con la mirada las caras de mis amigos, que, alucinados por mi hazaña, comenzaron a aplaudir.

-Bienvenida al principio del fin, de tu reinado en la pista de baile- dijo Patricia.

-“These are confessions on the dancefloor”

martes, 14 de agosto de 2012

Boda por fin


La semana pasó relativamente rápido, no contesté a ninguna de las diez llamadas que me hizo Mario, e ignoré totalmente los Whatsapp de Sara.

Llegó el sábado, el día de la boda. Entré a la iglesia sujetando la cola del vestido de Lucía mientras todos la miraban, Celia y Pablo tenían las manos entrelazadas y sonreían, pronto ellos también pasarían por esto, Patricia lloraba emocionada y algunos más también.

La boda transcurrió sin ningún percance. Sobre las dos de la tarde nos fuimos al restaurante y se distribuyeron las mesas tal y como venía en el plano que se entregó con la invitación. Me tocó en la mesa principal, con los padres de los novios, Mario y los recién casados. Comimos y después nos reunimos el grupo en una mesa.

-Madre mía, cualquiera lo diría, parece que fue ayer cuando nos conocimos- exclamé- os acordáis de cómo fue…

“Celia, Patricia, Mario, Adrián, Daniel y yo nos conocíamos desde preescolar, llevábamos desde siempre yendo juntos a clase, luego llegó el instituto, y nos tocaron clases diferentes, ahí fue donde conocimos al resto”

-Sigue- dijo Lidia- me encanta recordarlo.

“Adrián y Daniel fueron al grupo C y nosotros al A, el primer día de clase nos distribuyeron por parejas. Me tocó sentarme con una tal Lorena, Patricia con Pablo y Celia junto a Mario. Mientras Adrián y Daniel se sentaban con Lidia y Jaime respectivamente. En el recreo nos conocimos todos. Fui a la cafetería y me encontré con una chica que estaba totalmente perdida, no sabía llegar al patio y nadie la ayudaba, me acerqué con una sonrisa y conocí a Sofía, estudiante de 1º B, que agradecida me acompañó. Siempre me gusta pensar que resulta increíble que durante todo ese curso no conseguí tragar a Izan, que iba a mi clase y se sentía guay en el grupo solo porque estaba saliendo con Patricia,  cada día me cabreaba más. Fuimos un grupo feliz durante todo el primer año”

-¿Así que no me tragabas eh?- se enfadó Izan

-Reconoce que eras un chulo por lo menos- exclamó Sofía.

“Segundo de ESO llegó rápido, el verano pasó volando y nuevos compañeros de clase se unieron, como mi primo Omar, o el majo Alejandro que se acababa de mudar desde la capital de la provincia, también algún que otro enemigo, aquella chica tan repelente llamada Claudia que al final terminó por convertirse en nuestra amiga después del incidente de la ventana”

-¿El incidente de la ventana? Nunca me habéis hablado de él- comentó Lucía.

“El incidente de la ventana fue cuando voló un grapadora durante el cambió de clase y alguien se cargó la ventana de la clase de segundo A, nos mandaron a todos al aula de castigo durante tres días hasta que alguien confesase, Claudia nunca nos había caído bien y algo nos hacía desconfiar en ella, hasta que vino a preguntarnos que si sabíamos quién podía ser, lo que despejó dudas, finalmente resultó que la grapadora la había lanzado Alejandro”

-¿Lanzaste una grapadora a la ventana?-gritó Lucía

-El objetivo no era la ventana sino Claudia- explicó Alejandro.

“Poco después íbamos acercándonos a tercero y se desmoronó el grupo debido a una discusión de Celia y Patricia nos dividimos en tres: los que apoyaban a Celia (Pablo, Izan, Lorena y Lidia), los que apoyaban a Patricia (Omar, Alejandro, Claudia y Sofía) y los que no nos importaba (Mario, Jaime, Adrián, Daniel y yo) No fue hasta mediados de curso que Lidia harta de discusiones comenzó a tratar de reunificar el grupo, sin éxito. El grupo neutral, por nuestra parte, conocimos a Lucía, una chica que estaba en el grupo B y que aparentemente era maja. Gracias a ella conseguimos volver a tener un grupo normal (dentro de nuestras posibilidades)”

-Y ahí ya estábamos todos juntos- intervino Daniel

-No del todo- dijo Adrián- te recuerdo que ese año Sofía se cambió de instituto.

“Cuarto de ESO, todo estaba pasando muy rápido y cada vez eran más frecuentes las riñas entre Jaime y Pablo, y todos temiendo una nueva ruptura de la pandilla decidimos dejarlos encerrados en una habitación a fin de que resolvieran sus asuntos, la cosa no fue muy bien porque en cuanto los metimos en el cuarto y estábamos a punto de cerrar, consiguieron coger a Lorena como rehén. Por Navidad ya teníamos el problema arreglado, y digo él porque habíamos sufrido otro, Adrián y Lucía cortaron y se negaban a salir juntos. Tras varios intentos la cosa acabo con gritos tirones de pelos y una marca de bofetón en la cara de Adrián. Sofía que había cambiado de instituto vino a vernos en Semana Santa, y gracias a ella, se solucionó la cuestión de Lucía y Adrián”

-Abofeteaste a Adrián- dijo Sofía mirando a Lucía- pensé que esa faceta era solo de Alicia.

No pude evitar estallar en carcajadas, es cierto que la relación de Adrián y mía no fue muy bien desde que cortamos en bachiller, además de que se volvió todo un hipócrita, egocéntrico y estúpido. Ciertamente era odioso, sin embargo Lorena estaba enamorada de él y no la entiendo.

“Y llegó el bachillerato, Sofía volvió al instituto, y todos volvíamos a estar juntos, relativamente, porque seguíamos yendo a clases distintas. Tras algunos amores, desamores, discusiones (algo más pacíficas) terminamos el instituto”

-Y el resto…-dijo Omar- es tan actual…

Sonreímos, todos sabemos lo que estábamos pasando…

martes, 7 de agosto de 2012

Viejos amigos, grandes reencuentros


Abrí los ojos, pronto reconocí mi habitación y vi 15 pares de ojos alrededor de mi cama mirándome, me sentí presionada y espiada.

-¿Qué día es hoy?

-Sábado, tenemos la reunión, ¿vas a ir?- me interrogo Adrián

-Pues claro-dije levantándome de la cama- desfilad, estoy perfectamente, tú- le dije a Mario- habla con el resto y luego me mandas un Whatsapp.

Prácticamente estaban flipando, no hacía ni doces horas que estuve al borde de la muerte y ahora me encontraba dando órdenes como cualquier otro día, lo que demuestra que hace falta más que una tarta con nueces para llevarse al otro barrio a Alice.

Corrí las cortinas de mi habitación, sol, un día casi, casi perfecto. Sonreí, me encantaban los días de verano en los que disfrutábamos de un sol como hoy, además tampoco hacía un calor sofocante y eso me ilusionaba. El tiempo era el mejor.

Me puse mis pantalones favoritos, una camiseta de manga corta, tacones y salí a dar una vuelta con Lidia.

-Hola- le grité desde la calle- ¿dónde vamos a ir?

-Había pensado ir a mirar mi vestido para la boda de Izan y Lucía.

-¿Aún no lo tienes?

Nos pasamos la mañana de compras, ilusionadas con todo, la boda era la semana que viene y hoy la reunión.

La tarde pasó volada y a las ocho teníamos que estar en la plazoleta preparadas, el grupo había quedado allí.  Todos íbamos con nuestras mejores galas y nos dirigimos al instituto.

Llegamos y nos dieron unas fichas con nuestros nombres y una foto del anuario de último curso, todavía lo recuerdo, teníamos una foto sentados en las escaleras del patio, Sofía y yo estábamos abrazadas, Patricia y Celia lloraban, Lidia sonreía, el resto estaba hablando. Una foto muy normal sí señores.

Pronto comenzó la fiesta, llegaron los abrazos, reencuentros, lloros, risas, viejas anécdotas, fotos, miles de fotos, mi cámara Nikon estaba con batería, gracias a Dios, porque saqué lo menos trescientas fotos esa noche, y casi me dediqué más a bailar que a otra cosa, sonaban canciones de este verano, pensé que nos pondrían lo que escuchábamos por aquel entonces.

Me ilusionó encontrar a Sara, fuimos buenas amigas el último curso, ya que me tocó sentarme con ella en nuestros pupitres dobles, era muy maja y me encantó comprobar que todavía lo era.

-Alicia- dijo- cuanto tiempo, ¿un año que no nos vemos?

-Algo así- sonreí- me disculpas, voy a la mesa, me han dicho que hay una fuente de galletitas saladas y sabes que son mi perdición.

Me di la vuelta y me acerqué a la mesa, fruncí el ceño cabreada, no había fuente de galletitas, así que me conformé con un puñado de frutos secos (afortunadamente no había nueces)

De la que volvía me encontré a Lidia que alterada me dijo:

-Ven, corre, no te pares.

La seguí rápidamente y lo vi todo, Mario y Sara besándose delante de todo el mundo, cuando por fin pararon, él me vio.

-Alicia, no es lo que crees…

-¿No? Entonces dime, ¿Qué coño estabais haciendo si no besaros?

Corrí a la plazoleta, mi único consuelo era la soledad de la noche y el silencio de las dos de la mañana. Y allí con la soledad, el silencio y el ambiente de una noche de agosto de 2012, me derrumbé en un mar de lágrimas, apenas llevaba dos minutos llorando cuando vino Claudia, que había presenciado la escena. Me abrazó, y allí estuvimos durante diez largos minutos, luego me acompañó a casa.

-Tranquila- dijo- solo ha sido un mal día.

Eso era lo que yo quería creer, pero mi corazón no podía hacerse a la idea…

viernes, 3 de agosto de 2012

Cena desastrosa



Cuando me desperté el viernes, sentí que no iba a ser mi día de suerte, el cielo estaba nublado y hacía mucho viento, encima tenía frío, mucho frío.

Lo siguiente que me pasó esa “adorable” mañana fue encontrarme una mancha en mi blusa favorita, estaba hablando con Celia, de camino al supermercado para comprar el pan.

-Y lo que te estaba contando ¡HAY UNA MANCHA EN MI BLUSA!

Solo eran las diez y ya estaba odiando terriblemente ese día. Intentamos frotar la mancha, pero solo conseguimos que empeorara, lo que era una auténtica mierda…
Así que tuve que cambiarme de ropa, lo que era todo un fastidio, algo cabreada volví a casa justo después de comprar y me puse a preparar la comida.

Tras pensarlo un poco decidí hacer unos macarrones y sonó el timbre, abrí, era Patricia.

-¿Tienes un minuto?

-Que remedio- vi un semblante de preocupación en su cara- ¿qué pasa?

-Pues verás es que, no se como decirlo pero, Daniel está ligando conmigo y Alejandro me ha pedido que vaya con él a la reunión y mi cabeza está loca.

Un problema de amor más para tantos que conozco, en ocasiones me pregunto si me han visto cara de psicóloga…

-Cariño Patri, comprendo lo que me quieres decir, pero tú debes elegir a uno, y si no puedes, vete a la reunión con otro.

Sonreí, me levanté y seguí cocinando, lo cierto es que algo me comenzaba a oler mal y en cuanto levanté la tapa de los macarrones lo vi.

-FUEGO-grité mientras tiraba un paño mojado sobre la pota.

Patricia corrió en mi ayuda e hicimos lo que pudimos por salvar la olla y nuestra comida de hoy, finalmente lo dejé por imposible y pedí comida china, ya que ni Lorena ni Celia tardarían mucho en llegar. Lorena entró corriendo asustada:

-¿Qué pasa? Se huele el humo desde el portal- gritó alterada.

Le explicamos la situación al mismo tiempo que tratábamos de tranquilizarla, se estresaba con facilidad y eso no era nada bueno para su salud.

Yo estaba algo cabreada, ya llevaba dos contratiempos en un mismo día y algo me decía que hoy iba a haber muchos más. Cuando Celia llegó nos dijo muy molesta que fuera hacía un frío enorme y estaba comenzando a llover, miré el cielo, las nubes amenazaban tormenta…

La tarde pasó más o menos tranquila, sin mayor noticia que comenzó una tormenta y nosotras cuatro (Patricia también), nos estuvimos preparando para la dichosa cena alrededor de dos horas. Cuando salimos en dirección al restaurante decidimos ir y volver andando, ya que tampoco habíamos reservado muy lejos de nuestra casa.

De camino intentamos refugiarnos en los salientes de los edificios, ya que el viento se había cargado nuestro paraguas.

La cena era prácticamente perfecta, durante ella, contamos nuestras aventuras de hoy, y a Mario le parecieron muy graciosas.

-Claro que esté apunto de quemar mi cocina, mi casa e incluso que yo hubiese podido morir quemada junto a Patricia resulta divertidísimo.

Todos estuvieron de acuerdo en que hoy había tenido el peor día de mi vida, y lo comentamos en cuanto comenzamos a tomar el postre.

-Esto está delicioso-comentó Lidia- qué lleva.

Todos miramos interrogantes al camarero, que comenzó a decir ingredientes:

-Galletas, chocolate, helado, crema, y diversos frutos secos como: avellanas y nueces.

-¡NUECES!- exclamé escupiendo la tarta- soy alergica a las…-comencé a toser fuertemente. Y luego, todo estaba negro.


miércoles, 1 de agosto de 2012

Fiestas, amor y una reunión


La fiesta no se hizo esperar y en poco tiempo estábamos bailando frente al DJ, me sentía muy motivada y todos estuvimos pendientes de Lorena, mientras, Celia y Pablo nos expresaron su deseo de casarse en secreto en una boda que yo (para variar madrina) tendría que preparar, para que los padres de ella no se enteraran. Pero ahora lo mejor era celebrarlo y centrarse en la boda de Lucía, aún no sabía que regalarles y el tiempo se agotaba, apenas me quedaban un par de semanas y no se encuentra un buen regalo a última hora.

Lo que más me sorprendió fue una rara declaración de amor que le hicieron a Claudia, Omar completamente borracho le pidió matrimonio (cosa extraña porque ni siquiera salen) y ella flipada le dijo (claramente) que ni de coña.

Otra sorpresa bastante agradable fue poder comprobar lo enamorados que estaban Lidia y Jaime, que me dio las gracias por haberle empujado a salir con su gran amor. Aunque a mi me doliese.

Pronto nos enteramos de que íbamos a tener la fiesta de nuestro colegio, se trata de un reencuentro de los alumnos que dejamos el instituto hace 2 años, y que dentro de otros 8 tendríamos otra (primera noticia que tengo de esto) Lo cierto es que me apetecía entrarme de que ha sido de las vidas de nuestros viejos compañeros de clase.

Me entro pánico al leer la invitación, se podía llevar acompañante, como no tenía novio me negaba a hacer el ridículo delante de esa gente, total que pensé en cual sería la excusa que daría diciendo que no iba a asistir, cuando recibí una llamada no esperada.

-Alice-dijo mi mejor amigo al teléfono- tenemos que hablar ¿tienes un minuto?

-Claro- respondí.

-Quiero que vengas conmigo a la reunión de alumnos del colegio.

Me paralicé, yo y Mario en la reunión, juntos, felices. Mi mayor sueño. Acepté (como para no) y corrí a avisar al resto y con el resto me refiero a Celia y a Lorena. Aquella noche estábamos totalmente entusiasmadas, además quedaba poco para la fiesta y debíamos ir a buscar ropa nueva.

Esos días creo que gasté más teléfono del que gastaba en dos meses cuando tenía 15 años, que si SMS aquí, whatsapp allá, notificación del Tuenti en el otro lado, mención en el Twitter… la casa era un constante ajetreo de melodías de llamada y nuestras canciones favoritas. Si alguien hubiese visto aquello probablemente acabase desquiciado, éramos muy preocupantes.

Y a parte de mi factura de móvil, debía pagar mi vestido de madrina, el que llevase en la fiesta y el regalo de Izan. Estaba al límite de una parada del corazón. Era incapaz de estarme quieta.

Como no tenía tiempo de todo le pedí auxilio a Patricia y a Sofía que siempre estaban ahí para todo, me encantaban, pero no pasaba todo el tiempo que se merecían con ellas.

Para la fiesta del instituto nos decantamos por un vestido blanco con un precioso lazo negro, que combinaría con unos impresionantes taconazos negros. La verdad es que iría preciosa y como siempre perfecta. Patricia eligió un vestido verde que pegaba con sus ojos y Sofía uno púrpura. Me gustaban los tres modelos, pero sobre todo el mío (obvio, sino no me lo habría llevado)

Como regalo de boda de Izan y Lucía escogí un precioso marco digital que envolví con un pequeño lazo. Era algo bastante útil y pensé que a Izan, amante de la tecnología, le encantaría.

La semana se me hacía extrañamente eterna y no veía la hora de que llegase el viernes, ¿porqué el viernes?, porque me encanta, es perfecto, y además teníamos una pequeña cena que preparamos en un restaurante italiano muy chulo. Y todo para celebrar las fiestas de nuestra ciudad.

Pero algo dentro de mí me decía que todo estaba siendo demasiado perfecto, extrañamente perfecto…