lunes, 24 de diciembre de 2012

Dichoso Pablo



Sí bueno, Pablo estaba allí plantado en la puerta y yo debería deshacerme de él antes de que viera a Celia, porque ella no estaba en condiciones de hablar con su novio. Así que palpé el móvil en mi bolsillo y cogí sus bombones y sus rosas.

-¡Pablo! Dichosos ojos te vean, ¿no te dijo Celia que se iba de compras?

-¿Entonces no está en casa?-exclamó extrañado- Me dijo que estaría.

-Sí, sí, pero es que le surgió un imprevisto y ya sabes, cosas de mujeres- traté de sonar convincente.

Aún no contento le despedí con una sonrisa, cerré la puerta y por la mirilla observé como llamaba al ascensor, se montaba y bajaba. Corrí a la ventana y vi como caminaba calle abajo con su móvil en la mano. Me volví hacia Lorena y Celia que estaban sentadas en el sofá y me senté en la alfombra.

-Ya me diréis que vamos a hacer- comenté muy sarcásticamente.- Sabes de sobra cariño que la Princesa no va a tardar demasiado tiempo más en publicar que tú estás al borde de la histeria porque no te quieres casar. Y Pablo sigue el blog.

La idea principal era meterle miedo a Celia y llegar a un acuerdo con Lorena, para que las dos cedieran. Las palabras parecían no tener efecto sobre Cece y la rizosa seguía a lo suyo. Y yo perdiendo los nervios, la paciencia y todo lo demás.  Maldita naturaleza, me hacía perder el control de mi mente en situaciones desesperadas que requerían medidas desesperadas, como mentir a tus amigos. E intentar ocultárselo a la bloggera que tenías en tu contra. Aunque esto último era casi imposible.

Pensándolo mejor, recapacitemos. No había salido de casa desde que lo sabía, entonces eso dejaba fuera de sospecha a Celia y a Lorena. No era mucho, pero “menos da una piedra” solía decir mi profesora de matemáticas de 1º de Bachiller. Echándole un vistazo al Twitter de la Princesa Blogger descubrí que de momento carecía de información “jugosa” como pone ela siempre.

Y se me iluminó la bombilla, Pablo tampoco podría ser, estaba claro. Desde un principio habíamos puesto bajo sospechas a todas las chicas de la ciudad, eso dejaba a los chicos plena libertad de expresión, y puede que aparte de eso, el Twitter no fuera de la misma Princesa Blogger en sí misma. Muchas cosas no cuadraban, no se expresaba con la misma fluidez en la red social. Y cabía la posibilidad de que nuestra particular reina de los cotilleos no usará nuevas tecnologías más allá del complemento de Google.

¿Por qué no? Me auto pregunté, oh sí, tenía una idea, una intuición, intuición femenina, mi sexto sentido se activó y mi mente se puso a trabajar. “Avante toda” parecía querer gritar una voz en mis neuronas. Y sí que trabajaba, salí disparada a mi habitación traje una de mis libretas y regresé al salón. Miré a mis compañeras mientras comentaba:

-Bueno, ¿qué? ¿Acaso pasó un ángel y no lo he visto? Venid tengo una idea que relajará tensiones

Me siguieron en silencio de nuevo y me senté de un salto en el taburete rojo de la derecha, Lorena se sentó justo al lado y Celia se apoyó en la barra de la cocina.  Abrí la libreta y puse la fecha de hoy.

-No me digas que vamos a escribir tus sueños- soltó Lorena con su tono borde.

-No- contesté lo más secamente que pude- vamos a retomar nuestra vida normal después de desenmascarar a la Princesa Blogger. Y luego vamos a arreglar lo de la boda, porque estoy harta.

-¡Pero si solo llevamos medio día con el problema!- exclamó Celia indignada. La fulminé con la mirada y comentó.- Bueno vale, mejor me callo.

Repasamos la lista de personas afectadas por los numerosos, cotilleos, escándalos y todo lo demás. Estaba claro que todo el que era alguien había sufrido la ira de nuestra particular “Reina Cotilla”. O quizás se tratará del “Rey Cotilla” ahora que habíamos ampliado la búsqueda cualquiera podría ser. Lo que hacía más difícil su descubrimiento, pero avanzaba la investigación. Irónico hasta decir basta. Chocante en cierto sentido.

Y de una forma que parecía imposible- hablando- resolvimos las dudas matrimoniales de Celia, todo quedó aclarado, por el momento. Porque como siempre nuevos problemas vendrían para darme dolor de cabeza. Y como no. Los malos momentos no habían hecho más que empezar y no se hicieron esperar.

Solo dos días, el sábado fue quizás el día más difícil de toda mi existencia…

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