Sí bueno, Pablo estaba allí plantado en la puerta y yo debería
deshacerme de él antes de que viera a Celia, porque ella no estaba en
condiciones de hablar con su novio. Así que palpé el móvil en mi bolsillo y
cogí sus bombones y sus rosas.
-¡Pablo! Dichosos ojos te vean, ¿no te dijo Celia que se iba
de compras?
-¿Entonces no está en casa?-exclamó extrañado- Me dijo que
estaría.
-Sí, sí, pero es que le surgió un imprevisto y ya sabes,
cosas de mujeres- traté de sonar convincente.
Aún no contento le despedí con una sonrisa, cerré la puerta
y por la mirilla observé como llamaba al ascensor, se montaba y bajaba. Corrí a
la ventana y vi como caminaba calle abajo con su móvil en la mano. Me volví
hacia Lorena y Celia que estaban sentadas en el sofá y me senté en la alfombra.
-Ya me diréis que vamos a hacer- comenté muy
sarcásticamente.- Sabes de sobra cariño que la Princesa no va a tardar
demasiado tiempo más en publicar que tú estás al borde de la histeria porque no
te quieres casar. Y Pablo sigue el blog.
La idea principal era meterle miedo a Celia y llegar a un acuerdo
con Lorena, para que las dos cedieran. Las palabras parecían no tener efecto
sobre Cece y la rizosa seguía a lo suyo. Y yo perdiendo los nervios, la
paciencia y todo lo demás. Maldita
naturaleza, me hacía perder el control de mi mente en situaciones desesperadas
que requerían medidas desesperadas, como mentir a tus amigos. E intentar
ocultárselo a la bloggera que tenías en tu contra. Aunque esto último era casi
imposible.
Pensándolo mejor, recapacitemos. No había salido de casa
desde que lo sabía, entonces eso dejaba fuera de sospecha a Celia y a Lorena.
No era mucho, pero “menos da una piedra” solía decir mi profesora de
matemáticas de 1º de Bachiller. Echándole un vistazo al Twitter de la Princesa
Blogger descubrí que de momento carecía de información “jugosa” como pone ela
siempre.
Y se me iluminó la bombilla, Pablo tampoco podría ser,
estaba claro. Desde un principio habíamos puesto bajo sospechas a todas las
chicas de la ciudad, eso dejaba a los chicos plena libertad de expresión, y
puede que aparte de eso, el Twitter no fuera de la misma Princesa Blogger en sí
misma. Muchas cosas no cuadraban, no se expresaba con la misma fluidez en la
red social. Y cabía la posibilidad de que nuestra particular reina de los
cotilleos no usará nuevas tecnologías más allá del complemento de Google.
¿Por qué no? Me auto pregunté, oh sí, tenía una idea, una
intuición, intuición femenina, mi sexto sentido se activó y mi mente se puso a
trabajar. “Avante toda” parecía querer gritar una voz en mis neuronas. Y sí que
trabajaba, salí disparada a mi habitación traje una de mis libretas y regresé
al salón. Miré a mis compañeras mientras comentaba:
-Bueno, ¿qué? ¿Acaso pasó un ángel y no lo he visto? Venid
tengo una idea que relajará tensiones
Me siguieron en silencio de nuevo y me senté de un salto en
el taburete rojo de la derecha, Lorena se sentó justo al lado y Celia se apoyó
en la barra de la cocina. Abrí la
libreta y puse la fecha de hoy.
-No me digas que vamos a escribir tus sueños- soltó Lorena
con su tono borde.
-No- contesté lo más secamente que pude- vamos a retomar nuestra
vida normal después de desenmascarar a la Princesa Blogger. Y luego vamos a
arreglar lo de la boda, porque estoy harta.
-¡Pero si solo llevamos medio día con el problema!- exclamó Celia
indignada. La fulminé con la mirada y comentó.- Bueno vale, mejor me callo.
Repasamos la lista de personas afectadas por los numerosos,
cotilleos, escándalos y todo lo demás. Estaba claro que todo el que era alguien
había sufrido la ira de nuestra particular “Reina Cotilla”. O quizás se tratará
del “Rey Cotilla” ahora que habíamos ampliado la búsqueda cualquiera podría
ser. Lo que hacía más difícil su descubrimiento, pero avanzaba la
investigación. Irónico hasta decir basta. Chocante en cierto sentido.
Y de una forma que parecía imposible- hablando- resolvimos las
dudas matrimoniales de Celia, todo quedó aclarado, por el momento. Porque como
siempre nuevos problemas vendrían para darme dolor de cabeza. Y como no. Los
malos momentos no habían hecho más que empezar y no se hicieron esperar.
Solo dos días, el sábado fue quizás el día más difícil de
toda mi existencia…
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